sábado, 9 de febrero de 2013

Crisis del Estado Liberal, Segunda República y Guerra Civil.


by vidalferrero

 Intentos de modernización del sistema de la Restauración.La Crisis de la Restauración y el problema de Marruecos.
 La corriente de pensamiento que cuestionó los valores y el sistema político del fin de siglo español fue el regeneracionismo, destacando Joaquín Costa. Éste denunció la incultura y el atraso español, proponiendo incentivar la educación y la europeización como sinónimo de modernización.

Esta corriente influyó en la actividad política española del primer tercio del siglo XX. Pero, en realidad, las diversas corrientes regeneracionistas tuvieron poca efectividad práctica.
El fin del regeneracionismo vino con la Crisis de 1909 conocida como Semana Trágica. La primera crisis grave del reinado de Alfonso XIII fue desencadenada en 1909 por el envío de reservistas a sofocar la rebelión en la región marroquí del Rif: el embarque de las tropas movilizadas en el Puerto de Barcelona desembocó en un movimiento de protesta. El gobierno declaró el estado de guerra y utilizó el ejército para reprimir la manifestación, lo que desencadenó una insurrección popular que tomó un carácter antimilitar, pero también anticlerical.
A esta Semana Trágica la siguió una dura represión que trajo consigo la ejecución del pedagogo anarquista Francesc Ferrer i Guàrdia, que a su vez provocó una oleada de protestas exteriores que contribuyeron al desprestigio del gobierno y de la monarquía. La crisis provocó la destitución de Maura, que fue responsable de la dura represión gubernamental.
En 1917 estalló una crisis militar, política y social que incidió decisivamente en la descomposición del sistema de la Restauración. Situación que ya venía desde 1913, pero que se intensificó con el impacto de la I Guerra Mundial (que en principio supuso un cierto auge económico),aumentando las tensiones sociales y la crisis del “turnismo” (liberales y conservadores se turnan en el poder) fue un hecho.
Respecto a la crisis en el ámbito militar, el ejército empezó a cuestionar el sistema interviniendo en la vida política, ya que se acentuó el malestar interno, debido a: la inestabilidad gubernamental, a una nueva ley que establecía el ascenso por méritos de guerra y a los bajos salarios. Ese malestar militar contra el Estado provocó la formación de las Juntas de Defensa, que eran una asociación sindical, que con su presión, consiguió que la autonomía y la injerencia del ejército fueran cada vez mayores.
En cuanto a la crisis política, el gobierno de Eduardo Dato, decretó la censura de la prensa y la suspensión de las garantías constitucionales de las Cortes. Esto provocó que Francesc Cambó (dirigente de la Lliga Regionalista) convocase en Barcelona unaAsamblea de Parlamentarios, que exigió la convocatoria de Cortes constituyentes y la aplicación de un programa reformista.
La tensa situación social y la creciente importancia de los sindicatos favorecieron la creación de un comité de acción conjunto CNT-UGT (Comisión Nacional de Trabajadores-Unión General de Trabajadores). La extensión de un conflicto ferroviario en Valencia, llevó a las centrales sindicales a convocar una huelga general revolucionaria (13 de Agosto de 1917) para reivindicar un cambio político; movilización que se extendió por las principales ciudades, pero que no fue apoyada ni por la Asamblea de Parlamentarios ni por el ejército.
Dato logró controlar en 1917 la crisis de aquel año, siendo apoyado por el ejército y por la burguesía de la Asamblea de Parlamentarios, que temía el triunfo de una revolución social. A pesar de este apoyo, se demostró la incapacidad del régimen para abrirse a las aspiraciones de transformación democrática. Además, se agudizó un clima de tensión y violencia, agravado por la guerra de Marruecos. Todo ello condujo a la quiebra de la monarquía parlamentaria.
Después de la dimisión del gobierno de Dato, el rey propuso la creación de gobiernos de concentración, rompiéndose por vez primera el bipartidismo. Pero el fracaso de estos gobiernos de concentración supuso la vuelta al turno, aunque la incapacidad de conseguir mayorías restó eficacia a la gestión política.
El fracaso político de este período se constata con el hecho de que entre 1918 y 1923 hubo trece gabinetes de gobierno. Aunque debemos tener en cuenta que los militares forzaban cambios gubernamentales según sus intereses, gracias al apoyo de Alfonso XIII.
El fin de la I Guerra Mundial supuso la intensificación de la crisis económica (cierre de empresas, rebajas salariales y aumento del paro) situación que provocó el aumento de la conflictividad social. Descontento obrero general que fue dirigido desde los sindicatos: la UGT minoritaria, pero la CNT con gran número de afiliados. En Barcelona encontramos el foco principal de la violencia social, que empezó en 1919 con la huelga general de la empresa eléctrica La Canadiense.
La oposición patronal a la liberación de detenidos recrudeció el conflicto: los empresarios crearon una milicia privada (sometent) y contrataron pistoleros a sueldo. Ya en 1921, se aprobó la Ley de Fugas, que permitía matar a los detenidos que intentaran huir.
La ocupación militar del protectorado español en Marruecos, suponía un esfuerzo difícil y costoso para el ejército. Ante la ofensiva del ejército español para extender su dominio efectivo, se sublevó una de las cábilas, o tribus bereberes, del Rif, liderada por Abd-el-Krim. Dicha operación finalizó con la derrota española de Annual, que creó un clima de malestar en la opinión pública.
El último intento por salvar el sistema constitucional fue la creación de un gobierno de concentración. Sin embargo, el ejército puso fin al sistema de la Restauración mediante un golpe militar.
La Dictadura de Primo de Rivera: intento de solución autoritario a la crisis del Estado Liberal. El desarrollo de la oposición al régimen y el hundimiento de la Monarquía.
El 13 de Septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de Estado, que fue aprobado por el rey Alfonso XIII y apoyado por los sectores sociales conservadores. Así, el ejército instauró una dictadura militar.
Las causas que provocaron ese golpe de Estado fueron internas: violencia social, radicalización del catalanismo, descrédito del sistema parlamentario. La situación empeoró, además, a causa del desastre de Annual.
Algunos de los ideólogos del nuevo régimen exaltaron el fascismo italiano e intentaron imitar algunos aspectos. Pero la dictadura no fue un régimen fascista, puesto que Primo de Rivera no accedió al poder con un credo doctrinal, ni con un programa concreto.
En una primera etapa, considerada provisional, Primo de Rivera asumió todos los poderes al frente de un directorio militar que dejó en suspenso la Constitución, disolvió las Cortes, prohibió los partidos políticos y censuró la prensa. Para restablecer el orden social, se abolieron las libertades y se intensificaron las acciones represivas contra los sectores más radicales del movimiento obrero. Además, se practicó una dura política contra los nacionalismos periféricos, que fue especialmente anticatalanista.
El problema marroquí se resolvió favorablemente gracias a la ofensiva conjunta hispano-francesa, que supuso la rendición de Abd-el-Krim y la ocupación de la región marroquí del Rif.
La victoria de Marruecos afianzó el poder personal de Primo de Rivera, que intentó institucionalizar la dictadura, sustituyendo el Directorio Militar por un directorio civil. El Directorio Civil fue un consejo dirigido por Primo de Rivera e integrado exclusivamente por militares y por miembros de la Unión Patriótica (partido que pretendía ampliar las bases sociales del régimen, constituyendo el único partido legal). Iniciaron una política social y económica intervencionista, que logró un aparente éxito respaldado por la favorable situación económica internacional.
Con respecto a la política económica, el Estado orientó la misma a fomentar las obras públicas y a crear grandes monopolios, practicando, además, el proteccionismo arancelario (especie de impuesto para los productos del exterior) para favorecer a los empresarios españoles; pero la ausencia de reformas estructurales en la agricultura mantuvo el campo español en su atraso secular.
La política social se caracterizó por la represión de los sindicatos más radicales (la CNT fue ilegalizada, pero no la UGT, porque su actitud fue pasiva ante el golpe militar), y por un cierto reformismo social de carácter paternalista, que introdujo algunas mejoras en la situación de los trabajadores.
El Estado creó la Organización Cooperativa Nacional, que integraba a obreros y patronos. Su objetivo era regular las condiciones laborales, controlar el movimiento sindical y evitar la conflictividad social.
Las primeras voces de oposición al régimen que se alzaron fueron las de los intelectuales (Unamuno, Blasco Ibáñez) así como las universidades. Esta oposición fue creciendo, y alcanzó todos los sectores políticos:
  • La actitud del socialismo osciló entre los partidarios de aprovechar el régimen para influir en la política social y los que se oponían radicalmente.
  • El anarquismo, con la CNT prácticamente desarticulada.
  • El catalanismo se radicalizó.
  • Los republicanos, junto con el socialismo, se perfilaron como la única opción verdaderamente renovadora y aglutinaron el movimiento opositor.
A partir de 1928, se intensificaron las críticas a la Dictadura a causa de la crisis económica. En este clima de malestar y creciente oposición al régimen, el rey Alfonso XIII retiró su apoyo a Primo de Rivera. El dictador dimitió, siendo sustituido por un gobierno provisional, presidido por el General Dámaso Berenguer, conocido popularmente como el “Dictablanda”. El rey pretendía volver al sistema de la Restauración, pero el cambio de sistema político era ya inevitable.
2. La Segunda República: intento de solución democrática. La articulación de un nuevo sistema político.
La Segunda República española fue proclamada el 14 de Abril de 1931, como consecuencia de la mala gestión política de la monarquía, desacreditada por haber apoyado la Dictadura de Primo de Rivera.
El gobierno provisional emprendió las reformas para democratizar y modernizar España, a pesar de la desfavorable coyuntura internacional, dominada por la crisis económica y la ascensión de los fascismos. El nuevo régimen se encontró con la oposición de las clases económicamente dominantes y de un amplio sector del proletariado.
Después de la dimisión de Primo de Rivera, el gobierno del General Berenguer pretendió volver a la situación de 1923. Pero la oposición antimonárquica reclamó transformaciones democráticas. Así, en Agosto de 1930, los diferentes partidos republicanos y regionalistas firmaron el Pacto de San Sebastián, para impulsar un movimiento que derrocase la monarquía e instaurase la república.
El movimiento revolucionario fue un fracaso. La insurrección militar fue reprimida, pero el fracaso no evitó la crisis del gobierno de Berenguer.
En estas circunstancias, el gobierno se vio forzado a convocar elecciones municipales planteadas por la oposición como una consulta a favor de la monarquía o la república. Las candidaturas republicano-socialistas triunfaron en 41 de las 50 capitales de provincia y en las ciudades más importantes. Ante los resultados electorales, el rey Alfonso XIII optó por el exilio y el 14 de Abril de 1931 se proclamó la República; Niceto Alcalá Zamora, en nombre del comité revolucionario, lo hizo desde Madrid, constituyendo un gobierno provisional formado por regionalistas, republicanos y socialistas.
El gobierno provisional que pronto convocó elecciones constituyentes, inició una serie de reformas sociales y militares.
Las actuaciones reformistas contaron desde el principio con la oposición de un sector del ejército y de la oligarquía económica, pero, sobre todo, chocaron con la Iglesia. Esta actitud provocó una oleada anticlerical que se manifestó en la quema de conventos. Tampoco colmaron las expectativas de una parte del proletariado, que aspiraba a la revolución social.
El contexto internacional tampoco favoreció la estabilización del nuevo régimen, ya que se vivía una situación de crisis económica y el auge de los regímenes políticos totalitarios estaba protagonizando la vida política europea.
Empezaban a notarse los efectos de la crisis económica mundial que se había iniciado en 1929, lo que contribuyó a desestabilizar la economía y la sociedad, a pesar de que en España, el atraso económico, el predominio de la agricultura y el aislamiento del proteccionismo aduanero habían protegido a España de los más fuertes efectos de esa crisis económica.
El paro fue el factor que contribuyó en mayor grado a agudizar las tensiones sociales.
Proliferaron los totalitarismos, que se presentaban como los únicos sistemas capaces de superar los problemas socioeconómicos de la sociedad, ejemplos que dificultaron en España la supervivencia de la República.
Con respecto a la articulación de un nuevo sistema político, encontramos que se produjo una diversificación de los partidos políticos, contradictorios y hasta excluyentes, que fueron incapaces de proporcionar mayorías parlamentarias y provocaron una gran inestabilidad gubernamental, lo que restó eficacia a la República.
Los republicanos seguían divididos en diversas tendencias:
  • En la derecha destacaban el Partido Radical de Alejandro Lerroux.
  • En la izquierda destacaban Acción Republicana de Manuel Azaña.
Las organizaciones obreras favorables a la República estaban representadas por el PSOE y su filial sindical (UGT), que representaban a un amplio sector de la clase obrera. Adoptaron una postura reformista al aliarse con los republicanos durante el Primer Bienio.
El resto de las organizaciones obreras no apoyó incondicionalmente al nuevo régimen. El sindicato anarquista CNT, el Partido Comunista (PCE) y el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) empezaron a despuntar en la vida política española.
Los regionalistas fueron favorables a la República. Cabe destacar el importante papel de los partidos catalanes, especialmente Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).
Las fuerzas políticas de derechas contrarias a la República estaban formadas por: los católicos que formaron la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por José Mª Gil Robles; los monárquicos, los carlistas y los propietarios agrícolas.
Asimismo, se articularon los primeros grupos autoritarios paramilitares próximos al fascismo: Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) y José Antonio Primo de Rivera fundó Falange Española. Ambas se fusionaron en una sola organización.
3. Condicionamientos, conflictos y etapas de la República. Logros y decepciones.
El período comprendido entre 1931 y 1933 se conoció como Bienio Progresista. Las elecciones a Cortes constituyentes se celebraron en 1931, siendo el primer proceso electoral auténticamente democrático en España, pero todavía sin el voto femenino.
El Parlamento tuvo una mayoría republicano-socialista, formando un gobierno presidido por Manuel Azaña, que ratificó a Niceto Alcalá Zamora como presidente de la República. Este parlamento redactó una Constitución y continuó con la labor del gobierno provisional. A pesar de la oposición de la derecha y de organizaciones obreras, se pudieron llevar a cabo importantes reformas.
La Constitución de 1931 reflejaba un sistema democrático de gobierno, basado en unas Cortes unicamerales o Congreso de los Diputados que detentaban el poder legislativo y que eran escogidas cada cuatro años por sufragio universal (mayores de 23 años) Será esta la primera vez que se conceda el voto a las mujeres.
El gobierno, con poder ejecutivo, era responsable de su gestión ante las Cortes. El presidente de la República era elegido por las Cortes, aunque su actuación estaba subordinada al poder legislativo (que era ostentado por las Cortes). También se creó un Tribunal de Garantías Constitucionales para decidir sobre la constitucionalidad de las leyes.
Se reconocieron las libertades individuales y los derechos sociales y políticos, tanto para hombres como mujeres.
El problema de este texto constitucional fue su excesivo contenido ideológico izquierdista.
La estructura del Estado era unitaria, pero se reconocía el derecho de autonomía.
Con respecto a la cuestión religiosa, se reflejaba el anticlericalismo de republicanos y socialistas. Se establecía la separación Iglesia-Estado, instaurando un régimen laico; al mismo tiempo, se suprimía el presupuesto del clero, y las órdenes religiosas no podían ejercer la enseñanza.
El gobierno de coalición republicano-socialista realizó importantes reformas: a nivel religioso, a nivel militar, a nivel agrario, a nivel social y en relación con la cuestión autonómica.
La reforma religiosa consistió en la aprobación de varias leyes para reducir el poder de la Iglesia. También se disolvió la compañía de Jesús, se aprobaron los divorcios y el matrimonio civil. La Iglesia, por tanto, se alineó rápidamente contra la República.
La reforma militar era necesaria para profesionalizar el ejército, además de asegurar su fidelidad a la República y alejar a los mandos monárquicos. Estas reformas (reducción del servicio militar a un año, someter su jurisdicción a la civil…) provocaron malestar en el ejército.
Ya la reforma agraria era una cuestión pendiente en España y el gobierno provisional promulgó algunos decretos para iniciarla. El gobierno de Azaña aprobó la Ley de Reforma Agraria con el objetivo de eliminar el latifundismo y crear una clase de pequeños propietarios.
Esa ley establecía la expropiación (sin indemnizar a los grandes de España que habían sido los propietarios) y su aplicación la realizó el Instituto de Reforma Agraria (IRA).
La división de opiniones entre los partidos, la oposición de los propietarios afectados, la falta de presupuesto para pagar las indemnizaciones a los propietarios que no cultivaban directamente sus tierras, se tradujeron en la ineficaz aplicación de la reforma, lo que provocó el descontento del campesinado.
Las reformas sociales fueron dictadas por Largo Caballero, destinadas a mejorar la situación laboral del trabajador. También se intentó reformar la educación, centrándose en la enseñanza primaria: construcción de nuevas escuelas, nuevas plazas de maestros, impulsándose un proyecto pedagógico innovador.
Se crearon las Misiones Pedagógicas para llevar la cultura al mundo rural. Además, se suprimió la obligatoriedad de la formación religiosa.
Sin embargo, la falta de fondos dificultó la posibilidad de la reforma educativa.
Con respecto a la cuestión autonómica, la República fue la ocasión para que las nacionalidades históricas reclamasen una nueva organización territorial que recogiese las aspiraciones de autogobierno.
En Cataluña, Macià de Esquerra Republicana, había proclamado la República catalana en un marco federal, lo que obligó al gobierno provisional a negociar con éste la creación de un gobierno autonómico: la Generalitat. La Generalitat redactó el Estatuto de Núria (reconocía su derecho de autodeterminación y el catalán como única lengua oficial). Pero las Cortes aprobaron un Estatuto de Autonomía muy recortado respecto al proyecto original. Cuando celebraron sus elecciones al Parlamento, fue elegido Macià como presidente de la Generalitat.
En el País Vasco, el Partido Nacionalista Vasco y el tradicionalismo carlista elaboraron el Estatuto de Estella, basado en la recuperación de los privilegios forales y la defensa del catolicismo. El gobierno republicano lo rechazó por su conservadurismo, pero ya en 1936, el triunfo de la izquierda permitió su aprobación.
En Galicia, las aspiraciones autonómicas cristalizaron en un Estatuto que no pudo ni empezar a discutirse porque ya estaba iniciada la Guerra Civil. Otras iniciativas en Valencia, Aragón, Baleares y Andalucía se vieron coartadas por la Guerra Civil.
El Bienio Reformista estuvo amenazado desde el principio por la oposición de la derecha y por la izquierda radical.
La derecha monárquica propició la frustrada sublevación militar que dirigió el General Sanjurjo en 1932. Aunque el gobierno pudo sofocarla, se demostró la importancia que tenía el sector antirrepublicano.
El líder de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), Gil Robles, dirigió una virulenta campaña de desprestigio contra el gobierno. En cuanto a las acciones de la extrema izquierda, la CNT se oponía al reformismo burgués y propugnaba la revolución libertaria.
El ambiente de agitación social iba en aumento desde insurrecciones campesinas como la de Casas Viejas (Cádiz) hasta convocatorias de huelgas. La dura e irregular actuación policial desacreditó al gobierno e indignó a la opinión pública.
El deterioro del gobierno de Azaña a causa de la represión se vio incrementado por la campaña de desprestigio llevada a cabo por la derecha. Esta situación obligó a Azaña a dimitir, convocándose elecciones generales en las cuales las mujeres ejercieron el derecho al voto por primera vez. La izquierda se presentó desunida, en cambio, la derecha se presentó coaligada con la CEDA.
Los resultados electorales dieron amplia mayoría a la derecha.
Ya entre 1933 y 1936 tiene lugar el denominado Bienio Conservador. En las elecciones de 1933, la CEDA de Gil Robles fue el partido más votado, aunque no obtuvo la mayoría, de modo que se alió con el Partido Radical de A. Lerroux para poder gobernar. Sus discrepancias internas provocaron una gran inestabilidad gubernamental.
El bienio radical-cedista se caracterizó por el conservadurismo y la anulación de las reformas sociales, económicas y autonómicas del período anterior, pasando a llamarse “bienio negro” debido a esas actuaciones: Ley de amnistía para los sublevados de Sanjurjo, presupuesto para el clero católico y derogación de la Ley de Congregaciones, revisión de la reforma agraria y definitiva paralización, enfrentamiento con la Generalitat de Cataluña y oposición al Estatuto Vasco.
Sólo se pueden considerar tres actuaciones positivas dentro de este período: la ley de arrendamientos rústicos, la promoción de viviendas de alquiler y la política de obras públicas.
El freno de las reformas y la crisis económica favorecieron el aumento de la agitación social. De manera que, la política agraria desencadenó numerosas huelgas campesinas, siendo desmanteladas las organizaciones campesinas. Por otro lado, en Cataluña y País Vasco, la actitud antiautonómica del gobierno provocó un aumento del clima de tensión.
La izquierda vio la entrada de la CEDA en el gobierno como un intento de Gil Robles de destruir la República y decidió recurrir a la fuerza para evitarlo. Así, la mayor parte de organizaciones obreras convocaron una huelga general en Octubre de 1934, que fue reprimida rápidamente por el gobierno, que declaró el estado de guerra. Este acontecimiento es conocido como la Revolución de Octubre de 1934.
Sólo en Cataluña y Asturias triunfó momentáneamente la insurrección. De hecho, en Asturias, la huelga se convirtió en una auténtica revolución social, interviniendo el ejército y la Legión al mando de Franco, que aplastó el movimiento.
La represión por los hechos de Octubre produjo una reacción en la opinión pública favorable a la izquierda.
Por otra parte, la política del gobierno se hizo más reaccionaria. Se permitió a la derecha fascista actuar abiertamente contra la izquierda y la República.
Como respuesta al avance del fascismo, los partidos comunistas europeos, a través de la III Internacional, propusieron la formación de un Frente Popular para unir a todas las fuerzas liberales y de izquierdas contra la amenaza fascista.
En este contexto, el gobierno conservador se vio inmerso en una grave crisis, cuya causa fue el descubrimiento de varios escándalos de corrupción. Ante esta situación, el presidente Alcalá Zamora nombró jefe de gobierno al centrista Portela Valladares, cuyo gobierno fue el encargado de convocar nuevas elecciones.
Ante la convocatoria de elecciones, los de izquierdas suscribieron un pacto por el que constituían el Frente Popular. Por el contrario, la derecha tuvo dificultades para unirse.
El Frente Popular consiguió la victoria y reemprendió la tarea reformista del primer bienio, pero durante los cinco meses que duró este gobierno se acentuó la polarización política y aumentó el deterioro de la convivencia social.
El nuevo gobierno presidido por Manuel Azaña inició su labor aplicando el programa electoral: se concedió una amplia amnistía política (perdón político) y la reforma de la enseñanza recibió un nuevo impulso, e incluso se reanudó la reforma agraria.
A pesar de los acuerdos de las izquierdas, las diferencias internas surgieron pronto, coexistiendo dos tendencias: los partidarios del reformismo democrático y los favorables a iniciar un proceso revolucionario.
Estos planteamientos explican las actuaciones revolucionarias de un sector de la izquierda y el clima de tensión que se desató.
Los sectores conservadores de la sociedad se alarmaron ante la política reformista que amenazaba su poder económico, y por la radicalización obrera. Formaron un verdadero contrapoder en defensa del orden, la propiedad, la religión y la patria, mediante la insurrección contra la izquierda.
En la primavera de 1936 la confrontación política se intensificó y proliferaron los enfrentamientos callejeros. La violencia partía de ambos bandos, pero para el Bloque Nacional y la Falange se trataba de un medio para desestabilizar al régimen. Desde la Unión Militar Española preparaban una conspiración contra la República.
En esta atmósfera de inquietud, el asesinato de Calvo Sotelo, jefe de la oposición monárquica, fue el detonante del golpe militar del 17 de Julio de 1936, que, al fracasar desembocó en una Guerra Civil.
4. Sublevación y Guerra Civil. Dimensión interna e internacional del conflicto.
Desde la proclamación de la República se había iniciado en España un proceso de revolución democrática que ponía en peligro los intereses de la oligarquía agraria y financiera, la Iglesia y el ejército. Para impedirlo propiciaron varias sublevaciones para derribar el régimen.
Con este fin, un sector del ejército llevó a cabo, el 18 de Julio de 1936, un golpe militar que fracasó y se convirtió en una Guerra Civil que dividió a España en dos hasta 1939.
La insurrección militar utilizó el ejército como eje de la configuración del nuevo Estado, cuya característica más destacada fue la concentración del poder político y militar en la persona del General Franco. Éste llevó a cabo la unificación política de falangistas y carlistas, dando lugar al autoritarismo fascista.
En los primeros meses de la Guerra Civil, el poder del Estado republicano se fragmentó. Paralelamente, la revolución social se adueñó de buena parte del territorio, lo que debilitó la autoridad del gobierno republicano.
La Guerra Civil estuvo marcada por la dinámica interna de cada una de las zonas. En la zona sublevada dominada por los militares se impuso una dictadura militar y un régimen represivo que destruyó toda la legislación republicana anterior. En la zona republicana se desató un proceso de cambios revolucionarios.
Al inicio de la Guerra Civil, en el bando republicano se inició un proceso revolucionario como respuesta a las medidas contrarrevolucionarias de los sublevados, teniendo lugar un pluralismo de poderes (ya que el poder central fue cuestionado en todas partes). Se produjo una revolución social que se adueñó de buena parte del territorio, fenómeno que debilitó la autoridad del gobierno republicano.
Los militares sublevados crearon en Burgos la Junta de Defensa Nacional, que evolucionó rápidamente hacia el mando único que recayó en Franco, quien concentró en su persona el poder militar y el político. Esta Junta prohibió los partidos políticos, y posteriormente, se creó un partido único, la Falange Española Tradicionalista y las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista).
En estos momentos de la contienda tendrá lugar la formación de colectividades en el campo y en las fábricas. Serán la UGT y la CNT las que dirijan la incautación de la tierra, cuyo cultivo fue dirigido de forma colectiva.
En la zona republicana, se creó un Gobierno de concentración con ministros republicanos, socialistas y comunistas. En Noviembre se incorporaron ministros de la CNT. Este gobierno tuvo que resolver problemas de abastecimiento y reorganización de la producción y comercialización. Las reformas republicanas continuaron, sin embargo, surgieron enfrentamientos entre los anarquistas, los republicanos y los comunistas.
Este conflicto estalló en combates callejeros entre unos y otros en Barcelona (1937), lo que provocó la dimisión de Largo Caballero (presidente de la República durante la Guerra Civil), asumiendo el cargo el socialista Juan Negrín.
Una figura de importante papel durante la Guerra Civil fue la líder indiscutible del Partido Comunista, Dolores Ibárruri, conocida como La Pasionaria, que defendía la unidad de la izquierda.
Con respecto a la dimensión internacional, el estallido de la Guerra Civil española contribuyó a agudizar la tensión existente en el contexto europeo, dominado por la confrontación entre el eje Berlín-Roma (Alemania nazi e Italia fascista) y las democracias parlamentarias y el comunismo soviético. La opinión pública extranjera se dividió.
Las democracias europeas propugnaron la no intervención en la guerra de España para no romper el débil equilibrio existente entre los regímenes democráticos y fascistas.
Se creó en Londres el Comité de No Intervención, pero la realidad fue que Italia, Alemania y Portugal continuaron ayudando a los rebeldes, mientras que la República se vio sometida a un cierre de fronteras y a un embargo de armas. Estados Unidos permitió los suministros de las empresas americanas a la España sublevada.
Como respuesta a la petición de los sublevados, Hitler ordenó la ayuda alemana inmediata, que fue constante a lo largo de la contienda, siendo creada la Legión Cóndor con voluntarios del ejército alemán (de tipo aéreo: pilotos, baterías antiaéreas, bombarderos). Respecto a la participación italiana, fue más numerosa pero menos valiosa técnica y estratégicamente.
La Unión Soviética fue el único país que, aunque había firmado el Tratado de No Intervención, ayudó con armas y alimentos a la República.
De menor importancia cuantitativa, miles de voluntarios de 50 países democráticos, lucharon contra el fascismo junto a la República, agrupados en las Brigadas Internacionales.
Finalizaremos destacando los hechos bélicos de mayor relevancia:
  • En 1937 tiene lugar la ofensiva nacional en el Norte: bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor y ataques republicanos sin éxito a Teruel, Brunete…
  • Ya en 1938, la Guerra se centró en Aragón y Cataluña, y los nacionalistas llegan al Mediterráneo cortando en dos la zona republicana: tiene lugar la Batalla del Ebro (la más larga y sangrienta, puesto que dura 4 meses) que vencen los nacionales.
  • En 1939, los nacionales ocupan Cataluña, conservando los republicanos el Centro y el Sureste español. Se produce un momento de división entre los nacionales sobre si continuar o no con la guerra, decidiendo seguir; será ya en Marzo cuando ocupen toda la zona republicana.
  • El 1 de Abril de 1939 Franco hizo público el comunicado del fin de la Guerra Civil, lo que supuso el fin de la II República Española.

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