“-Exactamente
–dijo.
-¿Y
qué? ¿No es este viaje lo que llamas dialéctica?
-¿Cómo
no?
-Y
el liberarse de las cadenas –dije yo- y volverse de las sombras
hacia las imágenes y el fuego, y ascender desde la caverna hasta el
lugar iluminado por el sol y no poder allí mirar todavía a los
animales ni a las plantas ni a la luz solar, sino únicamente a los
reflejos divinos que se ven en las aguas y a las sombras de seres
reales, aunque no ya las sombras de imágenes proyectadas por otra
luz que, comparada con el sol, es semejante a ellas; he aquí que los
efectos que produce todo ese estudio de las ciencias que hemos
enumerado, el cual eleva a la mejor parte del alma hacia la
contemplación del mejor de los seres, del mismo modo que antes
elevaba a la parte más perspicaz del cuerpo hacia la contemplación
de lo más luminoso que existe en la región material y visible.
-Por
mi parte –dijo- así lo admito. Sin embargo, me parece algo
sumamente difícil de admitir, aunque es también difícil, por otra
parte, el rechazarlo. De todos modos, como no son cosas que hayan de
ser oídas solamente en este momento, sino que habrá que volver a
ellas otras muchas veces, supongamos que esto es tal como ahora se ha
dicho y vayamos a la melodía en sí, y estudiémosla del mismo modo
que lo hemos hecho con el proemio. Dinos, pues, cuál es la
naturaleza de la facultad dialéctica y en cuántas especies se
divide y cuáles son sus caminos, porque éstos parece que van por
fin a ser los que conduzcan a aquel lugar una vez llegados al cual
podamos descansar de nuestro viaje ya terminado.
-Pero
no serás capaz ya de seguirme, querido Glaucón –dije-, aunque no
por falta de buena voluntad por mi parte; y entonces contemplarías,
no ya la imagen de lo que decimos, sino la verdad en sí, o al menos
lo que yo entiendo por tal. Será así o no lo será, que sobre eso
no vale la pena de discutir; pero lo que sí se puede mantener es que
hay algo semejante que es necesario ver. ¿No es eso?
-¿Cómo
no?
-¿No
es verdad que la facultad dialéctica es la única que puede
mostrarlo a quien sea conocedor de lo que ha poco enumerábamos, y
que no es posible llegar a ello por ningún otro medio?
-También
esto merece ser mantenido –dijo.
-He
aquí alguna cosa al menos –dije yo- que nadie podrá afirmar
contra lo que decimos, y es que exista otro método que intente, en
todo caso y con respecto a cada cosa en sí, aprehender de manera
sistemática lo que es cada una de ellas. Pues casi todas las demás
artes versan o sobre las opiniones y deseos de los hombres, o sobre
los nacimientos y fabricaciones, o bien están dedicadas por entero
al cuidado de las cosas nacidas y fabricadas. Y las restantes, de las
que decíamos que aprehendían algo de lo que existe, es decir, la
geometría y las que le siguen, ya vemos que no hacen más que soñar
con lo que existe, pero que serán incapaces de contemplarlo en
vigilia mientras, valiéndose de hipótesis, dejen éstas intactas
por no poder dar cuenta de ellas. En efecto, cuando el principio es
lo que uno sabe y la conclusión y parte intermedia están
entretejidas con lo que uno no conoce, ¿qué posibilidad existe de
que una semejante concatenación llegue jamás a ser conocimiento?
-Ninguna
–dijo.
XIV.
–Entonces –dije yo- el método dialéctico es el único que,
echando abajo las hipótesis, se encamina hacia el principio mismo
para pisar allí terreno firme, y al ojo del alma, que está
verdaderamente sumido en un bárbaro lodazal, lo atrae con suavidad y
lo eleva a las alturas, utilizando como auxiliares en esta labor de
atracción a las artes hace poco enumeradas, que aunque por rutina
las hemos llamado muchas veces conocimientos, necesitan otro nombre
que se pueda aplicar a algo más claro que la opinión, pero más
oscuro que el conocimiento. En algún momento anterior empleamos la
palabra “pensamiento”; pero no me parece a mí que deban discutir
por los nombres quienes tienen ante sí una investigación sobre
cosas tan importantes como ahora nosotros.” (La República.
Libro VII. 532c – 533d)
I. CUESTIONES SOBRE EL
TEXTO:
1. Analice
el alumno el significado que da Platón a las expresiones “en
sí”, “verdad en sí”, “cosa en sí.”
2. Exponga
el alumno las características de los saberes a los que el texto
alude como “estudio de las ciencias que hemos enumerado”,
“las demás artes” y “la geometría”. ¿En qué
se diferencian de la “dialéctica”?
1. “Verdad
en sí”, “cosa en sí”, “en sí”. Las dos primeras
expresiones participan del mismo predicado: “en sí”. En este
texto, y a lo largo del Libro VII, Platón utiliza la
expresión “en sí “ en el marco de la Teoría de las
Ideas, y en relación con la distinción entre el mundo sensible
y el mundo inteligible. Platón introduce esta distinción de forma
metafórica en el Mito de la Caverna, narrado al principio del
Libro VII, pero su fundamento filosófico se encuentra en las
doctrinas de Heráclito y, sobre todo, de Parménides. Platón hace
suya la distinción entre diferentes, digámoslo así, “niveles
ontológicos de realidad”. Así, al nivel inferior pertenecen
las cosas y objetos naturales (“lo que nace y muere”) y
artificiales (los objetos fabricados por el hombre, propios de los
oficios o techné). Y al nivel superior pertenecen las Ideas,
por la participación en las cuales cada cosa es lo que es. Pues
bien, para referirse a esa naturaleza esencial e ingénita de la que
participa cada “cosa”, Platón utiliza la expresión “en
sí”. Y al mundo poblado de “cosas” de semejante naturaleza
(Ideas), mundo de las “cosas en sí”.
La “verdad en sí”, por su parte, es la
versión “epistemológica” de este mismo argumento. Si en el Mito
de la Caverna Platón había establecido el dualismo ontológico como
eje de su metafísica, mediante el Símil de la Línea
desarrolla la misma idea bajo el punto de vista del conocimiento. A
las “cosas en sí”, o Ideas, corresponde un modo de conocimiento
propio, determinado por la facultad noética (asociada a la
Inteligencia. Dado que en el marco del pensamiento platónico
si algo es conocimiento es necesariamente verdadero, la verdad en sí
se refiere a ese modo de aprehensión puramente inteligible que
garantiza la universalidad y necesidad de la verdad (o, en sus
propios términos, la participación de toda Idea de la Idea de
Bien).
2.
Características de los saberes aludidos como “estudio
de las ciencias que hemos ennumerado”.
Con esta expresión, Platón se refiere a las ciencias matemáticas,
y al saber dialéctico, como ha quedado expresado en el los capítulos
anteriores a éste del texto de La República. (Nota:
El profesor propone la caracterización sólo de las ciencias
matemáticas). Recordemos que Platón ha examinado qué disciplinas
habrán de constituir la educación del filósofo. Estas materias
coinciden con los saberes que en su tiempo gozan de mayor prestigio y
son practicados por la “élite” intelectual, en particular, la
matemática y sus ramas.
Platón
determina que los saberes en cuestión son aquéllos que no
han de resultar superfluos o “inútiles para los guerreros”. Dado
que la ciencia militar utiliza el cálculo y la medida como
conocimientos auxiliares para la táctica y la estrategia, es
evidente que la matemática, en sentido amplio, ha de formar parte
esencial de la educación del filósofo. La matemática, en
tiempos de Platón, está compuesta por las siguientes ramas:
aritmética, geometría plana, de volúmenes, astronomía y teoría
musical (o armonía). En este punto, podemos optar por
caracterizarlas individualmente o hacer un análisis común de sus
rasgos esenciales. Acaso sea más acertado lo segundo, porque en el
primer caso repetiríamos prácticamente los mismos argumentos para
cada disciplina.
La matemática se ocupa de objetos en gran medida
similares a las Ideas: objetos del pensamiento, abstractos e
inmateriales (puntos, líneas, figuras, etc.). De alguna manera,
todos estos objetos sólo existen en la mente, son abstracciones,
incluso, en términos modernos, objetos “lógicos”. Esta “pureza”
les acerca al mundo de las ideas, al poder considerarlos sin
vinculación alguna con el mundo de la experiencia, Sin embargo, los
objetos del conocimiento matemático se diferencian de las Ideas en
dos importantes sentidos:
- En cuanto objetos, son de menor rango ontológico, pues ellos, como todo objeto, participan de las Ideas. Un círculo participa de la idea de circularidad. Un matemático puede considerar la intersección de dos círculos, pero sería absurdo decir que “la idea de circularidad corta a la idea de circularidad”.
- En cuanto modo de conocimiento, la matemática aún debe apoyarse en lo sensible. El matemático “representa” figuras, las dibuja, las compara, las analiza… Y este proceder aleja a la matemática del verdadero conocimiento. En efecto, para Platón las matemáticas, aunque muy cerca, no constituyen todavía conocimiento auténtico. Son sólo el “preludio” de la “melodía en sí”. Bien es verdad que, en la medida en que son cultivadas por relación con las operaciones puras del pensamiento, se convierten en una magnífica preparación para la filosofía. Platón las presentará, en definitiva, como propedéutica o entrenamiento para la Dialéctica.
Del anterior análisis Platón concluirá que las
ciencias matemáticas deben servir para someter a prueba la capacidad
del alma de elevarse sobre las determinaciones sensibles de los
objetos que contempla. Esta forma esencialmente abstracta de
entender las operaciones del pensamiento, dice Platón, “invita a
la inteligencia”, esto es, le señala el camino correcto en la
ascensión hacia el Ser. El punto de inflexión, interpretamos, es la
perplejidad del acto del pensar. ¿Cómo sabemos que estamos
en el buen camino? Para Platón resulta obvio: cuando la razón
descubre en sus contradicciones, paradojas, límites aparentes que no
resultan problemáticos para el conocimiento empírico.
http://filosofies.wordpress.com/2009/11/28/ejercicios-de-selectividad-resueltos/
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