El
papel de los padres resulta imprescindible para la recuperación del
niño hiperactivo. Representan la de seguridad, los modelos a
seguir, el reflejo mismo de lo que los hijos sienten que son, la
base fundamental sobre la que construyen su propia escala de valores
y el concepto de disciplina y autoridad. Las dificultades que
presentan los niños con TDAH aumentarán o disminuirán en relación
con las características del ambiente familiar; responden mejor en
un ambiente estructurado y predecible, en el que las reglas y
expectativas sean claras y consistentes, y las consecuencias se
establezcan previamente y se cumplan de inmediato.
Para
que cambie el niño, es necesario cambiar el ambiente, incluyendo
nuestras acciones y reacciones. Hay que tener en cuenta que el
manejo de la conducta es una destreza que requiere práctica y
paciencia.
Algunas
pautas educativas
1.
Prestar atención al niño, escucharle y hablarle con calma.
2.
Explicarle el problema y los planes para ayudarle a superarlos.
3.
Actuar siempre como modelos positivos.
4.
Mostrarse tranquilos y relajados, puesto que el comportamiento de
los padres va a ser imitado por el niño.
5.
Establecer normas claras y definidas, con un grado de exigencia en
consonancia con la capacidad del niño.
6.
Facilitar una situación de máxima estructura y organización en el
hogar. Esto implica mantener constante el horario y evitar, en la
medida de lo posible, una estimulación excesiva. Un ambiente
desorganizado convierte poco a poco al niño hiperactivo en un niño
histérico, por su tendencia a responder impulsivamente a los
estímulos de su entorno. Es muy conveniente asignarle un lugar
tranquilo para trabajar o jugar.
7.
Comunicar, con suficiente antelación, cualquier modificación de la
rutina del hogar, para permitirle adaptarse
8.
Observar las buenas conductas y habilidades del niño, elogiarlas y
reforzarlas: un abrazo, comentarios o manifestaciones de agrado. El
refuerzo se debe realizar cuando el niño ha hecho algo que merezca
un reconocimiento: buen comportamiento, buen trabajo, un pequeño
avance en un problema, un esfuerzo...
9.
Prestarle atención cuando muestre conductas deseables y tratar de
ignorar el excesivo movimiento o ajetreo del niño, salvo cuando la
conducta sea excesivamente alborotadora o peligrosa. En estos casos
se aplicarán de forma rigurosa las consecuencias previstas.
10.
Cuando sea necesario dirigirse al niño por un comportamiento
disruptivo, se actuará con firmeza, pero sin perder la serenidad ni
la calma; de lo contrario, se le estará prestando atención en un
momento inapropiado.
11.
Aplicar castigos solo cuando sean necesarios y darle inmediatamente
unas normas de actuación correcta.
12.
Permitir que el niño pueda desahogar su exceso de energía, pero
evitar que se fatigue en exceso, y procurar no estimularle
innecesariamente.
13.
Aumentar la confianza del niño en sí mismo y su autoestima. Para
ello es necesario reconocer su esfuerzo, interés y concentración;
estimularle destacando los aspectos positivos de sus ejecuciones;
ayudarle a reflexionar sobre su conducta para que pueda detectar sus
errores.
14.
Ayudarle a interpretar las conductas de los demás y la suya propia,
hacerle ver y reflexionar sobre qué otra actuación podría haber
sido adecuada y finalmente ayudarle a definir el problema.
15.
Favorecer la autonomía del niño evitando todo tipo de
sobreprotección.
16.
Aceptar al niño tal y como es, con sus posibilidades y
limitaciones, sin generar expectativas inadecuadas.
17.
Comentar tranquilamente con el niño sus fallos y tratar de que
comprenda que es necesario pensar siempre antes de actuar.
18.
Corregir los errores, evitando comentarios negativos y tratando de
que descubra y genere posibles alternativas de actuación.
19.
Mantener frecuentes entrevistas personales con el tutor/a para
tratar de determinar conjuntamente los procedimientos de ayuda.
20.
Ampliar la capacidad de atención de los niños pidiendo que realice
tareas sencillas y tranquilas como: juego de tres en raya, palabras
que empiecen por..., juego del veo-veo, rompecabezas y puzzles,
seguir laberintos, juego del parchís, la oca, las damas, juego de
cartas, audiciones musicales, ejercicios de respiración,
concentrarse ante un determinado estímulo, experimentar sensaciones
(tensión-relajación), juego de construcciones, uso del ordenador,
observar detalles en las láminas de los cuentos, etc.
En
síntesis, es conveniente:
• Establecer
normas claras y bien definidas.
• Plantear
exigencias adaptadas a la medida de sus posibilidades.
• Favorecer
un ambiente ordenado, estructurado, organizado, sereno, relajante y
cálido.
• Reconocer
el esfuerzo realizado por el niño.
• Evitar
la sobreprotección y la permisividad.
• Favorecer
su autonomía.
• Crear
buenos hábitos de estudio.
• Ser
modelo de conductas reflexivas y meditadas.
• Reforzar
su autoestima.
• Dar
órdenes claras, precisas y estables.
• Dar
refuerzos inmediatos.
• Usar
antes la recompensa que el castigo.
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