-Afirmamos y definimos en nuestra argumentación -dije-
la existencia
de muchas cosas buenas y muchas cosas hermosas y muchas también de cada una de
las demás clases.
-En efecto, así lo afirmamos.
-Y que existe, por otra parte, lo bello en sí y lo bueno en sí; y del mismo modo, con respecto a todas las cosas que antes definíamos como múltiples, consideramos, por el contrario, cada una de ellas como correspondiente a una sola idea, cuya unidad suponemos, y llamamos a cada cosa «aquello que es».
-Tal sucede.
-Y de lo múltiple decimos que es visto, pero no concebido, y de las ideas, en cambio, que son concebidas, pero no vistas.
-En absoluto.
-Ahora bien, ¿con qué parte de nosotros vemos lo que es visto?
-Con la vista -dijo.
-¿Y no percibimos -dije- por el oído lo que se oye y por medio de los demás sentidos todo lo que se percibe?
-¿Cómo no?
-¿No has observado -dije- de cuánta mayor generosidad usó el artífice de los sentidos para con la facultad de ver y ser visto?
-No, en modo alguno -dijo.
-Pues considera lo siguiente: ¿existe alguna cosa de especie distinta que les sea necesaria al oído para oír o a la voz para ser oída; algún tercer elemento en ausencia del cual no podrá oír el uno ni ser oída la otra?
-Ninguna -dijo.
-Y creo también -dije yo- que hay muchas otras facultades, por no decir todas, que no necesitan de nada semejante. ¿O puedes tú citarme alguna?
-No, por cierto -dijo.
-Y en cuanto a la facultad de ver y ser visto, ¿no te has dado cuenta de que ésta sí que necesita?
-¿Cómo?
-Porque aunque, habiendo vista en los ojos, quiera su poseedor usar de ella y esté presente el color en las cosas, sabes muy bien que, si no se añade la tercera especie particularmente constituida para este mismo objeto, ni la vista verá nada ni los colores serán visibles.
-¿Y qué es eso -dijo- a que te refieres?
-Aquello -contesté- a lo que tú llamas luz.
-Tienes razón -dijo.
-En efecto, así lo afirmamos.
-Y que existe, por otra parte, lo bello en sí y lo bueno en sí; y del mismo modo, con respecto a todas las cosas que antes definíamos como múltiples, consideramos, por el contrario, cada una de ellas como correspondiente a una sola idea, cuya unidad suponemos, y llamamos a cada cosa «aquello que es».
-Tal sucede.
-Y de lo múltiple decimos que es visto, pero no concebido, y de las ideas, en cambio, que son concebidas, pero no vistas.
-En absoluto.
-Ahora bien, ¿con qué parte de nosotros vemos lo que es visto?
-Con la vista -dijo.
-¿Y no percibimos -dije- por el oído lo que se oye y por medio de los demás sentidos todo lo que se percibe?
-¿Cómo no?
-¿No has observado -dije- de cuánta mayor generosidad usó el artífice de los sentidos para con la facultad de ver y ser visto?
-No, en modo alguno -dijo.
-Pues considera lo siguiente: ¿existe alguna cosa de especie distinta que les sea necesaria al oído para oír o a la voz para ser oída; algún tercer elemento en ausencia del cual no podrá oír el uno ni ser oída la otra?
-Ninguna -dijo.
-Y creo también -dije yo- que hay muchas otras facultades, por no decir todas, que no necesitan de nada semejante. ¿O puedes tú citarme alguna?
-No, por cierto -dijo.
-Y en cuanto a la facultad de ver y ser visto, ¿no te has dado cuenta de que ésta sí que necesita?
-¿Cómo?
-Porque aunque, habiendo vista en los ojos, quiera su poseedor usar de ella y esté presente el color en las cosas, sabes muy bien que, si no se añade la tercera especie particularmente constituida para este mismo objeto, ni la vista verá nada ni los colores serán visibles.
-¿Y qué es eso -dijo- a que te refieres?
-Aquello -contesté- a lo que tú llamas luz.
-Tienes razón -dijo.
PLATÓN,
La República, L. VI, 507a-507b
1.- Sintetitza les idees del text mostrant al teu resum l’estructura
argumentativa o expositiva desenvolupada per l’autor(fins a 2 punts)
Plató argumenta que hi ha dos
tipus de coses i que casdascú pertany a una realitat i una existència diferent.
Unes són les coses sensibles que són múltiples i canviants, allò vist, dona com
a exemple que hi han moltes coses belles, en canvi sols hi ha una idea de
bellesa, que pertany al món de les idees, món intel.ligible, allò concebut, que
és únic i etern, i de les quals participen les coses del món sensible. Aquestes
difrències entre els dos móns, en quan a la seua existència, serien
ontològiques-
Però aquests objectes també
presenten diferències epistemològiques, és a dir respecte a com és conèixen i
am què és conèixen. Mentre que els objectes es poden percebre per els sentits,
cos, però no es poden comprendre per la raó, les idees no poden percebre per
els sentits però es poden comprendre mitjançant la intel.ligència, propia de la
facultat racional de l’ànima.
Tots dos necessiten d’un tercer
element diferent al propi objecte i a la facultat de conèixer (la vista i la
intel.ligència respectivament), aquest element és la llum, la claretat.
Plató conclou fent una analogia
entre la llum i la idea del Bé, argumentant que la llum, el sol, és fill del Bé
ja que fa ña mateixa funció però en una realitat diferent. La funció del Bé és
ser la causa de la resta de les Idees i principi de les coses, donant-les el
seu sentit.
Contestació d'un alumne: P.C.F.
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