1.
La posguerra (1939-1959)
1.1
Los años de la Guerra Mundial (1939-1945)
1.1.1
El nuevo Estado Totalitario
Todos los poderes se concentraban en el general Franco, jefe
del partido único, FET y de las JONS, del gobierno, de las Fuerzas Armadas, y con
el título de Caudillo. Se suprimió la Constitución de 1931, los estatutos de
autonomía de Cataluña y del País Vasco, y se prohibieron los partidos políticos
y organizaciones sindicales. El nuevo régimen promulgó sus Leyes
Fundamentales: el Fuero del Trabajo (1938), la Ley constitutiva de las
Cortes (1942), el Fuero de los Españoles (1945), la Ley del Referéndum Nacional
(1945), la Ley de Sucesión (1947), que preveía una monarquía como sucesora del
franquismo, y la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958). La Ley de
Unidad Sindical (1940) establecía que empresarios y trabajadores se integrarían
en un mismo sindicato por ramas de producción, llamado cada uno de ellos
Sindicato Vertical.
En ellas se configuraba un sistema político de sesgo
totalitario, inspirado en el fascismo italiano, al que se llamó la “democracia
orgánica”. Se crearon organizaciones de encuadramiento político e ideológico.
La organización juvenil fue el Frente de Juventudes, de pertenencia
obligatoria. La rama femenina del Movimiento era la Sección Femenina también obligatoria.
Esta estructura se completó con el establecimiento de unas Cortes cuyos
procuradores eran designados por el poder.
Se hizo del catolicismo el fundamento principal de la
ideología del régimen y se le impuso con exclusión de cualquier otra religión. La
influencia de la Iglesia fue decisiva en los actos públicos: procesiones,
novenas, "misiones" anuales, etc.
El franquismo se sustentaba en diversos grupos políticos,
las "familias del régimen”, con diferencias entre ellos. Había grupos católicos, como el Opus
Dei o la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. La Falange,
otro de los grandes pilares, fue perdiendo poder progresivamente y acabó
convertida en un mero aparato burocrático. El Ejército de fidelidad absoluta al Generalísimo fue siempre la columna
vertebral del sistema.
1.1.2
La política internacional
Pocos meses después de concluir la Guerra Civil comenzó la
Segunda Guerra Mundial. España se declaró neutral aunque las potencias del Eje presionaron
para lograr la participación española. En este sentido Franco mantuvo
entrevistas con Hitler (octubre de 1940) y Mussolini (febrero de 1941), pero
exigió grandes compensaciones y, finalmente, no se produjo la entrada de España
en la guerra.
Tras las grandes victorias del Eje y, sobre todo, tras el ataque
alemán a la Unión Soviética, la postura española se hizo más proclive a una
intervención militar. Se cambió así el estatuto de país neutral por el
de no beligerante y se envió al frente de Rusia una
división de voluntarios (la División Azul) para combatir junto a las tropas
alemanas. En octubre de 1943, cuando la guerra se volvió claramente
desfavorable para las potencias del Eje, España abandonó la no beligerancia para tornar de nuevo a
la neutralidad. El ministro de Asuntos Exteriores, general Gómez Jordana,
empezó a enfriar las relaciones con Alemania y retiró la División Azul.
1.1.3
La política económica
La situación económica en la España de posguerra era muy
difícil. La producción agraria e industrial era muy inferior a la de 1935, las
reservas de oro y divisas habían desaparecido, y la red de transporte se
encontraba muy deteriorada. El desabastecimiento de alimentos obligó al racionamiento. Los productores estaban
obligados a vender la totalidad de la producción a la Administración a un
precio fijado por ésta, la tasa. Luego
la propia Administración vendía los productos a los consumidores a un precio
también regulado. Pronto aparecieron los estraperlistas
y el mercado negro.
1.1.4
La represión
En 1939, con más de doscientos mil presos políticos en las
cárceles, se publicó la Ley de Responsabilidades Políticas para la
depuración de las personas que habían colaborado con la República. En 1940 se
añadió la Ley de Represión del Comunismo y la Masonería. Los juicios
militares firmaron cuarenta mil sentencias de muerte. Se celebraron también
muchos juicios civiles con penas de prisión, de confiscación de bienes, de
separación de sus puestos de trabajo o de destierro.
1.2
El aislamiento del régimen (1946-1950)
Tras la derrota de las potencias del Eje el régimen fue perdiendo
su apariencia fascista asemejándose cada vez más a una dictadura militar
conservadora: se suprimió la obligatoriedad del saludo falangista, de vestir la
camisa azul, etc. Pero no consiguió mitigar el recelo de los Aliados y quedó
aislado política y económicamente. En diciembre de 1946 las Naciones Unidas
denunciaron que el gobierno de Franco "carecía de legitimidad" y
recomendó a todos los países que retirasen sus embajadores de España. Sólo
permanecieron regímenes como el argentino de Perón o el portugués de Salazar.
1.2.1
La Autarquía
Ante el aislamiento exterior se pretendió alcanzar la
autosuficiencia económica con una política de fomento industrial. En 1941 se
nacionalizó la red de ferrocarriles con la creación de RENFE, y se fundó el
Instituto Nacional de Industria (INI), un conglomerado de empresas públicas,
que intentó producir el mayor número posible de productos, con independencia de
los costes, y en el mayor número de sectores. En estos primeros años fue cuando
se constituyeron las principales empresas nacionales (IBERIA, ENDESA, SEAT).
Las malas cosechas y la arbitraria política de precios obligaron a las
importaciones de alimentos, fundamentalmente de la Argentina de Perón. La
escasez energética fue muy grande. El carbón y el petróleo se racionaron y
desde 1944 hasta 1954 hubo restricciones eléctricas.
1.2.2
La resistencia guerrillera
Con el fin de la guerra mundial cobraron cierto auge las
guerrillas del maquis, apoyadas sobre todo por el Partido Comunista. Su
principal actuación fue la invasión del Valle de Arán en el verano de 1944. Las
acciones de los grupos guerrilleros, que duraron hasta 1950, lograron objetivos
muy escasos.
1.3
El fin del aislamiento(1951-1959)
Enla Guerra Fría, el régimen de Franco, ferozmente
anticomunista, fue cobrando interés para EE.UU. y Gran Bretaña. Se restablecieron
relaciones diplomáticas y España comenzó a ser admitida en organismos
internacionales como la FAO y la UNESCO. En 1951 Franco decidió modificar su gobierno
dando un peso mayor a los grupos católicos en detrimento de los falangistas, e
introdujo una persona que sería clave, el almirante Luis Carrero Blanco.
En 1953, el régimen se apuntó dos importantes triunfos: la
firma de un Concordato con la Santa Sede, y los tratados militares con los
Estados Unidos, por los que a cambio de ceder bases militares se obtenía ayuda
militar y económica. En 1955 España ingresó en la ONU. Era el fin del
aislamiento.
En 1957 entran en el gobierno los primeros miembros del Opus
Dei. Estos ministros, los llamados tecnócratas,
daban prioridad al progreso económico y a la mejora de la administración sobre los
aspectos ideológicos de la actividad política. Su primer objetivo fue
liberalizar la economía española e integrar a España en la economía occidental.
Acabó así la autarquía.
2.
Los años de ‘El Desarrollo’ (1959-1975)
En esta segunda etapa del régimen de Franco la sociedad
española sufrió una gran transformación hasta convertirse en una sociedad plenamente
industrial.
2.1
Los cambios políticos
Al cambio de gobierno de 1957, ya mencionado, siguió la
puesta en marcha de un "Plan de estabilización" económico. Los
miembros del Opus Dei continuaron aumentando su peso en los sucesivos
gobiernos, sobre todo a partir de nombramiento de Carrerro Blanco como
Vicepresidente del Gobierno, desplazando a los ministros de procedencia
falangista hasta el punto de que en 1969 se hablaba ya de un "gobierno
monocolor".
Al mismo tiempo continuó la institucionalización del
régimen. La Ley Orgánica del Estado supuso
la culminación y recapitulación de todas las Leyes Fundamentales anteriores. En
1963, cesaron los tribunales militares y se creó el Tribunal de Orden
Público. En 1969 la Ley de Sucesión
estableció el mecanismo de la sucesión de Franco, en la persona del príncipe
Juan Carlos, quién prestó juramento de fidelidad a los Principios del
Movimiento.
2.2
El crecimiento económico de los 60
Hasta 1974, la economía experimentó un proceso de
transformación sin precedentes y España se incorporó al reducido grupo de los
países industrializados. Los organismos internacionales comenzaron a conceder
importantes préstamos. Al ya mencionado programa de liberalización económica se
añadió la puesta en marcha de los Planes de Desarrollo (1964-67,
1968-71, 1971-75) que pretendían solucionar algunas deficiencias de la
industria (pequeña dimensión de las empresas, baja productividad...). Se crearon
los polos de desarrollo, para reducir los desequilibrios económicos
regionales promoviendo industrias en zonas de escasa industrialización.
Entre 1959 y 1973 la tasa anual de aumento del PIB fue muy
superior a la media de los restantes países europeos, mientras la producción
industrial aumentaba a un ritmo todavía mayor. El consumo privado creció
también con rapidez y mejoró notablemente la renta por habitante. Con todo, fue
la formación de capital (inversión acumulada) la que más contribuyó a la
expansión. La expansión de estos años fue impresionante. El avance de la
productividad hizo posible también un aumento de las exportaciones. Por primera
vez en la historia de España, los productos manufacturados pasaron a ser la
partida más importante de las ventas al exterior.
El ‘milagro económico’ español se fundamentó en los ingresos
por el turismo, las remesas de emigrantes y la inversión extranjera. La ayuda
exterior en forma de tecnología y de cuantiosas inversiones fue fundamental. La
emigración, en especial a Francia y Alemania jugó un importante papel
absorbiendo la mano de obra excedentaria del sector agrario. El crecimiento de la
productividad permitió el de los salarios que alcanzaron máximos históricos.
Estos salarios más elevados, y la difusión de las compras a plazos, condujeron
a un gran aumento de la demanda de bienes de consumo y generaron una
persistente tendencia inflacionista que se mantendrá hasta finales de los años
noventa.
2.2.1
Los movimientos migratorios
Los años sesenta fueron de una intensa emigración. Más de un
millón trescientos mil españoles, la décima parte de los activos se trasladó a
Europa para encontrar trabajo; Francia y Alemania fueron los principales
destinos. En el interior de España, los desplazamientos de la población fueron
todavía más espectaculares. De 1962 a 1973, cuatro millones de personas,
cambiaron de lugar de residencia. Las dos Castillas, Galicia, Andalucía y
Extremadura fueron las zonas donde la emigración fue mayor. Las zonas de mayor
aumento de población fueron Cataluña, Madrid, País Vasco, Navarra y la
Comunidad Valenciana.
2.3
La modernización de la sociedad española
Se asistió al aumento general de las "clases
medias", de la burguesía urbana y de profesionales autónomos. Las
periferias de las grandes ciudades industriales, Madrid y Barcelona
especialmente se llenaron de barrios obreros. La población rural descendió y
ello afectó también a las estructuras sociales del campo. Prácticamente sólo en
Andalucía perviviría la figura del obrero campesino sin tierras. El consumo se
fue instalando en los hogares españoles: frigoríficos, televisores y, en muchos
casos, el coche, sobre todo el popular "Seiscientos".
También cambiaron los comportamientos sociales y las pautas
culturales. A ello contribuyó el nuevo sistema educativo instalado con la Ley
General de Educación de 1970. Aumentó la población escolarizada, desde la
enseñanza primaria a la Universidad y el analfabetismo disminuyó hasta alcanzar
los niveles de los países más avanzados. Aunque el régimen ejercía un férreo
control se fue implantando una nueva mentalidad. Disminuyó la práctica
religiosa y la Iglesia misma experimentó un claro proceso de modernización de
la mano del Concilio Vaticano II.
2.4
El fortalecimiento de la oposición política
Fueron surgiendo organizaciones políticas y sindicales clandestinas
como Comisiones Obreras, HOAC y USO. En la Universidad aparecieron también
grupos de oposición como el Frente de Liberación Popular (FLP). Junto a ellos asociaciones
de vecinos, agrupaciones culturales, etc
entraron en la política de oposición al régimen. Se produjeron las primeras
manifestaciones en las calles y un aumento extraordinario de la conflictividad laboral.
Ya en los años 60 a la renovada actividad del Partido
Comunista de España (PCE) se unió un buen número de nuevos partidos,
principalmente de orientación maoísta o trotskista y partidarios de la acción
violenta, como la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores), la LCR
(Liga Comunista Revolucionaria), el MC (Movimiento Comunista). Otros eran
escisiones del mismo PCE, como el PCE-ML (Marxista-Leninista). De algunos de
ellos se desgajaron núcleos terroristas, como el FRAP y el GRAPO. Mención
especial merece el caso de ETA surgida como escisión de una rama juvenil del
PNV, en el País Vasco en 1959, pero que no realizó su primera acción terrorista
hasta el asesinato en 1968 del jefe de policía de San Sebastián.
2.5
La crisis final del régimen (1973-1975)
La crisis final del régimen se abrió con el asesinato, en
atentado de ETA, del vicepresidente del gobierno Carrero Blanco. En enero de
1974 se formó un nuevo gobierno presidido por Carlos Arias Navarro que prometió
una apertura política. Pero la oposición del sector más intransigente del
franquismo, el llamado bunker, la
paralizó en pocos meses. Los ministros más aperturistas dimitieron de sus
cargos ante la imposibilidad de aplicar reformas y las manifestaciones,
huelgas, atentados (bomba de la calle Correos)… se recrudecieron. La respuesta
del régimen se hizo también mucho más dura. En 1974 fue ejecutado el anarquista
Puich Antich. En 1975 se promulgó una nueva Ley Antiterrorista y el 27 de
septiembre fueron fusilado, pese a la presión internacional, tres militantes
del FRAP y dos de ETA responsables de delitos de sangre.
2.5.1
La enfermedad de Franco y el conflicto del
Sahara
En esa situación se agudizan la enfermedad de Franco,
aquejado de insuficiencia cardiaca, y el conflicto en el Sahara, colonia
española desde finales del siglo XIX. Se trataba de una zona desértica, pero
rica en fosfatos por lo cual era ambicionada por las vecinas Argelia,
Mauritania y Marruecos. En 1973 se había creado también el Frente Polisario que
propugnaba la independencia saharaui y contaba con la simpatía de Argel. España
optó por aceptar la descolonización y permitir un referéndum de
autodeterminación en el territorio. Marruecos planteó el caso ante el Tribunal
de la Haya, que falló en su contra y defendió la autodeterminación del Sahara,
negando cualquier derecho a los países colindantes.
Pero el rey de Marruecos, Hassan, con el apoyo de los EE UU que
deseaba frenar una posible expansión de la Argelia socialista, organizó, ya en
plena agonía de Franco, la llamada Marcha Verde, una invasión pacífica del
territorio que movilizó a decenas de miles de civiles. Ante el peligro de un
conflicto bélico con Marruecos en un momento tan delicado, España optó por
claudicar y el 14 de noviembre se firmó el Acuerdo de Madrid con la entrega del
Sahara a Marruecos y Mauritania. El abandono de España inició un conflicto
todavía no resuelto. El 20 de noviembre de 1975 Francisco Franco falleció a los
83 años de edad.
3.
Documentos
Texto 1.
En lo que respecto a la prensa, el franquismo triunfante comienza por suprimir
de manera tajante más de la mitad de los diarios y revistas que antes de la
guerra se publicaban en España. No sólo hace desaparecer todos los periódicos
obreros, republicanos o revolucionarios, sino también los simplemente liberales
[¼]
Innecesario, es decir, que ni uno solo de los que trabajaban en los numerosos
periódicos suprimidos por el franquismo recibe indemnización de ningún tipo
[...] Los periodistas concretamente han de sufrir tres tipos de graves
sanciones: una depuración administrativa [...]; unos juicios en los que no
tienen posibilidades serias de defensa en que han de comparecer y en los que
son sentenciados a muerte un cincuenta por ciento [...] y la prohibición
absoluta de ejercer su profesión cuando logran la libertad [...] Los periódicos
ofrecen tanto en sus informaciones como comentarios una terrible y monótona
uniformidad. Todos dicen lo mismo y en la misma forma, de absoluta conformidad
con las ordenes recibidas a las que nadie tiene la valentía de faltar. Guzmán, Eduardo (1980): «Vicisitudes y
penalidades de la prensa española de 1936 a 1979», dins Tiempo de Historia,
núm. 66, p. 5355.
Texto 2.
Terminada la guerra, el nuevo Estado se apresuró a declarar su confesionalidad
y el firme propósito de erigirse en fiel guardián de la Iglesia y sus instituciones.
A golpe de ley, el gobierno franquista fue devolviendo a la Iglesia todos los
privilegios que un día le quitara el gobierno republicano; al tiempo que abolía
el divorcio, hacía obligatorio el matrimonio por la Iglesia y eximía a ésta de
la tributación de impuestos por los bienes eclesiásticos [...] Los obispos,
auténticos reyezuelos en sus diócesis, aprovecharon toda suerte de tribunas
para imponer sus cartas pastorales que, mientras mostraban una obsesiva
preocupación por la moral de la pantorrilla, olvidaban, en cambio, la dramática
realidad del momento: el hambre, el estraperlo, el paro, la falta de viviendas
y de escuelas, los abusos de poder, las represiones, las cárceles llenas. Bahamonde Magro, Ángel ( 1993): La sociedad
española de los años 40. Cuadernos del Mundo Actual, Madrid, núm. 3, p. 15.
Texto 3.
La España vencedora durante la Guerra Civil ni remotamente mantuvo esa actitud
(neutral). Ninguna otra expresión resulta más inconveniente para calificar su
posición que la de neutralidad. Mereció el calificativo, quizá, al principio y
al final del período, pero sólo si a él se le une otro, benevolente, y se tiene
en cuenta que en 1939 lo era con respecto a Alemania y en 1945 con los Estados
Unidos. Durante la mayor parte de la guerra no sólo no fue neutral, sino que ni
siquiera decía serlo. Desde junio de 1940 hasta septiembre de 1942 fue "no
beligerante", [...] pero que resultaba especialmente grave por el hecho de
prestar el territorio propio para operaciones contra el adversario [...]
Después de la reunión de Hendaya, España fue un país del Eje vinculado con
Alemania e Italia. Tusell, Javier (
1995): Franco, España y la II Guerra Mundial, Barcelona, Temas de Hoy, p. 646.
Texto 4. La mentalidad de los españoles durante
el franquismo:
a) Despolitización y provocada apatía. [...]
b) Pervivencia del trauma de la guerra civil [...] el trauma
ha pervivido porque así se ha querido desde las instancias del poder y como
ingrediente ideológico a utilizar [...]
c) Especial suspicacia ante problemas de orden público [...]
d) Escasa secularización de pensamiento y permanente
tendencia a la utilización de patrones religiosos tradicionales.[...] por una
catolización de la sociedad que se
acerca mucho más a una cisión teocrática del mundo que a una visión racional
del mismo [...]
f) Profundo individualismo y casi nulo espíritu comunitario.
g) Tendencia a la rigidez en el mantenimiento de opiniones y
posturas. Ramírez, Manuel, (1978): España
1939-1975 (Régimen político e ideología), Barcelona, Guadarrama, 1978, p. 112-I
17.
Texto 5. La escasez de productos alimenticios
que sufrió España tras la guerra civil fue quizás, por encima de cualquier otra
carencia en los distintos sectores económicos, el asunto que más preocupó tanto
a las autoridades como a la gran masa de la población, que soportó ya no sólo
la poca cantidad de comida sino también la mala calidad de ésta. El hambre
marcó hasta tal punto la vida de los españoles que incluso se ha llegado a
hablar de «estómagos militarizados" y del sistema de racionamiento de
alimentos como mecanismo de control político de la población. Moreno Fonseret, Roque: ( 1990):
«Racionamiento alimenticio y mercado negro en la postguerra alicantina», en
Guerra Civil y franquismo en Alicante, Alacant, Institut Juan Gil Albert, p.
121-122.
Texto 6.
Si tomamos como año de inicio del exilio, el año 1939 de la llegada a México de
la primera expedición colectiva, o sea, la del barco Sinaia y si, por otro
lado, consideramos a 1978 como el año en que, al despegar la transición a la
democracia, desaparecen en España las condiciones políticas que obligaban a
expatriarse, vemos que el exilio duró mucho más de lo que los ánimos más
pesimistas preveían por entonces: seis u ocho años. Pero el exilio duró casi
cuarenta años, tiempo más que suficiente para enterrar no sólo las esperanzas
más resistentes en una vuelta que se creía factible, sino para sepultar
físicamente a casi toda la emigración y, particularmente, a los que llegaron en
la madurez de sus vidas. Tiempo suficiente, asimismo, para hacer imposible el
sueño de la vuelta a quienes aún sobrevivían, pues cuando se abrían, al fin,
las puertas propias, no se podía dejar así, sin más, una tierra en la que
-generosamente acogidos- se había crecido, gozado o sufrido, soñado o
desesperado; en una palabra, vivido durante cuarenta años. Sánchez Vázquez, Adolfo ( 1998): «Prólogo: entre la memoria y el
olvido», dins El exilio literario español de 1939, vol. I , Barcelona, GEXEL,
p. 23.
Texto 7.
En conjunto los ocho primeros años de la década de los cincuenta presentan un
balance muy positivo. Si ello es fruto de la recuperación del potencial
económico de preguerra, del favorable entorno internacional o de la eficacia
del nuevo régimen es harina de otro costal. Dos observaciones pueden situar el
problema. En primer lugar, España no disfrutó del enorme crecimiento que
vivieron la mayor parte de los países europeos occidentales entre 1945 y 1950
[...] La posguerra fue un largo período de crecimiento lento. Sólo cuando los
demás países volvieron a la normalidad -y ésta resultó ser una expansión
económica sin precedentes. España empezó a crecer [...] los años 1950-58 pueden
considerarse los de recuperación del nivel de producción alcanzable bajo las
restricciones de una economía cerrada y corporativa [...] El quinquenio
1958-1962 sufre una clara reducción del ritmo de crecimiento. Son los años del
Plan de Estabilización. Se frena el crecimiento con la esperanza de
reorientarlo y conseguir que tenga una fundamentación más sólida. Y de hecho el
Plan tiene pleno éxito. [...]
A partir de 1962 se suceden doce años de crecimiento
ininterrumpido [...] Si bien todos los sectores e industrias crecen, el
principal impulso del crecimiento procede de la industria eléctrica y de la
siderurgia [...] Con el despegue industrial de 1962-74 concluye la revolución
industrial en España y el fenómeno mucho más amplio que denominamos
industrialización [...]. Es bastante significativo que los problemas que se
plantea España desde 1974 sean por primera vez muy parecidos a los del resto de
la Europa Occidental. Carreras, Albert (
1990): Industrialización española: estudios de historia cuantitativa,
Barcelona, Espasa Calpe, p. 50-53.
Texto 8.
El 20 de diciembre de 1973 es una fecha que ha impresionado a los españoles
quizá como ninguna otra de entre toda la historia reciente del país. El suceso
más importante desde el final de la guerra civil[¼] Para los españoles el
asesinato de Carrero Blanco se inscribía dentro de otro contexto muy distinto
[...] en la inmensa mayoría de las gentes de nuestro país la fuerza de la
costumbre había hecho arraigar la convicción de una paz y una seguridad casi
absolutas. Hay, sí, la amenaza de la carestía del petróleo, una agitación
política, huelgas, frecuentes actos de bandidaje, inquietud en el clero
progresistas y entre los estudiantes, están la ETA y las Comisiones Obreras, el
PENS y otros grupos de extrema derecha [...] pero todo eso, discretamente
filtrado y amortiguado por los órganos de información, no llega a quitar el
sueño al ciudadano medio [...] Todos sabíamos que había ocurrido algo insólito,
algo que no se había producido en más de treinta años de la vida del país. Y
unos días después, en las fotografías de la prensa y en la pantalla de la
televisión los españoles por vez primera vimos llorar a Franco; un rostro
convulso por la emoción que tenía la mueca del llanto apenas reprimido al dar
el pésame a la viuda del almirante. Éste fue el día 20 de diciembre de 1973. El
día en que mataron a Camero Blanco. Borrás
Beltriu, R. ( 1974): El día en que mataron a Carrero Blanco. Barcelona,
Planeta.
Texto 9. El 16 de octubre 1975, el Tribunal
Internacional de La Haya hace público su dictamen según el cual no se ha
encontrado lazos de soberanía de Marruecos ni de Mauritania sobre el
territorio, y solamente una relación de dependencia de las tribus que llegaban
en sus nomadeos hasta Marruecos y algunos derechos de Mauritania sobre zonas de
pastos. No hay nada que se oponga a la autodeterminación saharaui. […]
El 17 de octubre 1975, el gobierno español, en decisión
secreta, firma la orden de evacuar el Sahara a partir del 10 de noviembre,
dejándolo en manos de los marroquíes. La Marcha Verde supone una cobertura para
el abandono de la idea de autodeterminación mantenida en la ONU y prometida a
los saharauis, porque la línea geopolítica occidental es opuesta al nacimiento
en esta zona del Atlántico de un Estado independiente, propiciado y ayudado por
Argelia y Libia y dentro de la línea progresista árabe; al mismo tiempo, el
Alto Estado Mayor Español teme que un Sahara independiente sea un peligro
político para Canarias. Entre estas fechas y el 14 de noviembre, se perfilan
los acuerdos de Madrid por los que se da entrada en la administración del
Sahara a Marruecos y Mauritania, que más tarde se repartirán el territorio,
retirándose España el 28 de febrero de 1976. Mientras tanto, y a partir del 30
de octubre, bajo la cortina de humo de la Marcha Verde, las fuerzas marroquíes
han invadido el territorio por varios puntos del Este, en medio del silencio y
la pasividad españolas, que no denuncian estos hechos ni a la opinión pública
ni a la ONU. El 6 de noviembre, la Marcha Verde penetra en el Sahara sólo diez
kilómetros en dirección a El Aaiun, según el acuerdo con el gobierno español,
permaneciendo en esta zona tres días y retirándose luego. A partir del 30 de
octubre se producen los primeros combates de los saharauis contra las fuerzas
marroquíes en Hausa, Echdeiría y Farsia.
La población huye en masa de las ciudades y poblados ante la
invasión extranjera y se refugia en varios campamentos del desierto; estos
campamentos son bombardeados por la aviación marroquí en febrero y marzo de
1976, causando numerosas víctimas, principalmente en Um Dreiga y en Tifariti.
Los saharauis huyen entonces a territorio argelino, refugiándose en otros
campamentos improvisados cercanos a Tinduf. Pero los que llegan hasta allí lo
hacen en condiciones desastrosas, heridos y agotados, después de haber dejado
numerosas bajas por el camino; en los primeros meses, las condiciones
sanitarias y de alimentación fueron pésimas, hasta que llegó la ayuda
internacional y argelina sobre todo. A lo largo de 1976 su número fue
aumentando hasta sobrepasar los 100.000 refugiados. El 27 de febrero 1976, ante
el vacío jurídico que creaba la salida de España, se proclamaba en el Sahara
aún libre de invasores la República Árabe Saharaui Democrática y, el 4 de
marzo, se formaba el primer gobierno. […]
Tras una larga guerra entre Marruecos, Mauritania y el
Frente Polisario, el territorio continúa en poder de Marruecos, a la espera de
la celebración de un Referéndum de autodeterminación que parece postergarse
indefinidamente. James Baker .
Enciclopedia libre en español. http://enciclopedia.us.es/
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