1.
El Regeneracionismo de Alfonso XIII: El intento
de solución democrático (1902-1923).
La primera parte del reinado de Alfonso XIII se caracterizó por los intentos de reformar
el sistema "desde arriba" para evitar una revolución "desde
abajo". Los nuevos líderes de los partidos conservador (Maura) y liberal
(Canalejas) intentaron democratizar el sistema canovista, pero no lo
consiguieron. Las crisis políticas de fines del XIX: insurrecciones campesinas
y obreras, los problemas regionalistas en Cataluña y País Vasco, los problemas
religiosos y militares, se agudizaron y a ellas se sumará una nueva crisis, la
generada por los nuevos intereses coloniales en Marruecos.
1.1
Los proyectos de Maura.
Maura intentó modernizar el sistema de la Restauración mediante
la aprobación de diversas leyes: para la protección de la industria nacional
(solicitada por los industriales catalanes), fomento de industrias y
transportes marítimos (de gran importancia para Vascongadas), la creación del
Instituto Nacional de Previsión, la obligación del descanso dominical (1903), y
la reforma electoral de 1907 que impone el voto obligatorio. Pero sus proyectos
se verán truncados por la “cuestión marroquí”
1.1.1
La intervención en Marruecos y la “Semana
Trágica” de 1909
Entre 1885 y 1912 las principales potencias europeas se
repartieron África. Los gobiernos españoles quisieron participar también en ese
reparto para frenar el expansionista alemán, inglés y francés en una zona
(Marruecos) donde desde hacía cuatro siglos había territorios españoles (Ceuta
y Melilla), compensar con nuevos territorios y colonias el gran desastre del
98, y recuperar el perdido prestigio del ejército. Pero buena parte de la
opinión pública era contraria a esta intervención. Durante los primeros años
del XX la “cuestión africana” generará fuertes enfrentamientos entre sus
partidarios (rey, ejército y partidos dinásticos) y sus opositores
(organizaciones obreras, radicales y jóvenes llamados a quintas).
El primer incidente se produjo en julio de 1909. Los ataques
de los rifeños a las minas y al ferrocarril que las unía con Melilla, decidió
Maura, a enviar soldados reservistas
desde Barcelona. Los reservistas,
apoyados por los sindicatos y partidos que se oponían a la guerra, se negaron a
embarcar. Empezó una huelga general, se levantaron barricadas y se quemaron
iglesias. El gobierno reaccionó con dureza: diecisiete condenas a muerte y más
de mil encarcelados. Sin haber tenido participación directa probada en los
hechos, fue ajusticiado Francisco Ferrer Guardia, anarquista fundador de la
“Escuela Moderna”. Tras "La Semana Trágica" el rey destituyó a Maura
que, resentido, se separó del partido conservador
1.2
Canalejas y la división de los partidos
En 1910 Canalejas pasa a ser jefe de gobierno e intentará regenerar
la vida política española con una serie de leyes que le enfrentaron con los
grupos sociales más conservadores:
- La llamada “Ley del Candado”, que prohibía la instalación
de órdenes religiosas en España sin antes haber recibido antes la
correspondiente autorización del gobierno, le enfrentó con la Iglesia que consideró
que la ley iba en contra de sus derechos y limitaba su libre desarrollo.
- La idea de sustituir el impuesto de consumos por un
impuesto progresivo –según la riqueza urbana de cada uno– le enfrentó con la
alta burguesía.
Sus proyectos fueron abortados al ser asesinado (1912) por
un anarquista en la Puerta del Sol de Madrid. Desde entonces los gobiernos
serán muy inestables y el rey adquirirá un papel cada vez más relevante.
1.3
Las crisis de 1917
En 1917 una grave crisis amenazará la pervivencia de la
Restauración. Las deficiencias del sistema político, el descontento militar, y
la conflictividad social derivada del aumento del coste de la vida, provocaron una
protesta generalizada.
1.3.1
La crisis militar
El ejército español presentaba un número excesivo de
oficiales lo que mermaba sus posibilidades de ascenso. El que los militares con
destino en África pudieran promocionarse más rápidamente, por méritos de guerra,
que los militares peninsulares agravaba la situación. El descontento entre los
oficiales desembocó en la formación de las Juntas
de Defensa, asociaciones militares que nacidas en Barcelona se habían
extendido por la mayoría de las guarniciones españolas. Las juntas reclamaban
un aumento salarial y se oponían a los ascensos por méritos de guerra,
reivindicando la antigüedad como único criterio de promoción. En junio de 1917 las
Juntas hicieron público un manifiesto culpando al gobierno de los males del ejército
y del país. Ante esta situación el gobierno suspendió las garantías
constitucionales, clausuró las Cortes e impuso la censura de prensa.
1.3.2
La crisis política
En este contexto la Lliga Regionalista organizó en Barcelona
la Asamblea
de Parlamentarios catalanes (julio 1917), que exigió una reforma de la
Constitución y la concesión de un Estatuto de Autonomía para Cataluña. La
Asamblea convocó a todos los diputados y senadores españoles, pero de los 760
convocados tan sólo acudieron 71, mayoritariamente republicanos y socialistas.
La reunión fue finalmente disuelta por la Guardia Civil
1.3.3
La crisis social
El 20 de julio del 17 se inicia la huelga de ferroviarios
valencianos que se convertirá en agosto en una convocatoria de huelga general
para toda España. Se organizarán manifestaciones callejeras con la colaboración
de los líderes de las organizaciones de izquierda: CNT, PSOE, UGT, y de los
partidos reformistas y republicanos.
La abstención de los sectores campesinos, el apoyo del
ejército al gobierno, y la marcha atrás de la Asamblea de Parlamentarios,
propiciaron la represión de los huelguistas. El balance fue de más de setenta
muertos, dos centenares de heridos y aproximadamente dos mil detenidos. Se
juzgó en Consejo de guerra a los miembros del Comité de huelga y se les condenó
a cadena perpetua.
Desde esos momentos la lucha de clases se recrudece, sobre
todo en Barcelona donde los enfrentamientos entre patronos y obreros llevaron a
constantes desórdenes callejeros, atentados terroristas, huelgas obreras y cierre
de las empresas (locks outs) por parte de los patronos. Destacó por su
virulencia la huelga de «La Canadiense», la empresa eléctrica de Barcelona, que
llevó al paro general de la industria catalana y forzó al gobierno a aprobar la
jornada laboral de ocho horas. Los patronos comenzarán a utilizar asesinos a
sueldo para eliminar a los líderes obreros y los obreros replicarán con los
mismos métodos. Es el llamado pistolerismo
que alcanzará al propio jefe de gobierno, Dato, asesinado en 1921.El gobernador
civil de Barcelona, Martínez Anido, practicó una durísima política represiva
tolerada por el gobierno central que aprobará leyes antiterroristas muy
discutidas como la «Ley de Fugas».
1.4
Cambio social y desarrollo cultural a principios
del XX
1.4.1
El desarrollo de las clases medias urbanas
Entre 1900 y 1930 las ciudades españolas no pararon de
crecer y España dejó de ser eminentemente rural. Los municipios de más de
10.000 habitantes suponían ya un 43% del total de la población. Las dos mayores
ciudades españolas, Madrid y Barcelona, alcanzaron el millón de habitantes. Gracias
a los nuevos medios de transporte (ferrocarril, autobús, metro...), y de
comunicación (telégrafo, teléfono, prensa, radio...) la cultura urbana fue
adquiriendo cada vez más fuerza. Debido a la mejora de los medios técnicos
(rotativas, linotipias...) y a la creciente alfabetización, la prensa aumentó
mucho sus tiradas y pasó a ser un instrumento clave en la actividad política.
1.4.2
El desarrollo de la cultura obrera
Las organizaciones obreras manifestaron gran interés por el
desarrollo cultural de los trabajadores. Convencidas de que sin la cultura, y
la consiguiente transformación de las conciencias, no podría llevarse a cabo la
revolución, consideraron la educación como instrumento de liberación de la
clase obrera, básica para la construcción de la futura sociedad igualitaria. Por
ello impulsaron la fundación de Ateneos
Obreros y Casas del Pueblo. Eran
lugares de encuentro y reunión donde se organizaban actividades de carácter
educativo: conferencias, clases de alfabetización, fomento de la lectura a
través de las bibliotecas, etc.
1.4.3
Avance del anarquismo y fundación de la CNT
El anarquismo tuvo gran crecimiento. En Barcelona en 1907 se
creó Solidaridad Obrera, federación de asociaciones de carácter
reivindicativo. En 1910 se funda la Confederación Nacional del Trabajo
(CNT). El nuevo sindicato pronto se convirtió en la fuerza obrera hegemónica en
Cataluña, logrando también una fuerte implantación en Andalucía y Valencia. La
CNT defendía la unidad de acción de los trabajadores, pero no era partidaria de
la colaboración con las fuerzas “burguesas” de la oposición: los republicanos.
Sus objetivos eran directamente revolucionarios. Para los anarquistas la acción
política consistía en llevar a cabo huelgas locales hasta llegar a la huelga
general revolucionaria que derribaría al capitalismo y acabaría con todas
las formas de explotación y opresión. Sus líderes más representativos fueron
Salvador Seguí, Ángel Pestaña y Joan Peiró.
1.5
Del “Desastre de Annual” a la Dictadura
En julio del 1921 el general Silvestre inició una operación
militar cerca de Melilla, adentrándose en el corazón del Rif sin haber
protegido suficientemente su retaguardia ni haber asegurado los
abastecimientos. Al percibirse de ello los rifeños de Abd el Krim atacaron por
sorpresa en Annual, provocando una gran desbandada entre las tropas españolas y
más de 13.000 bajas. El gobierno dimitió y se nombró una comisión para elaborar
un informe sobre lo sucedido. Este informe, conocido como el "Expediente
Picasso", contó con la oposición del ejército de África que temía que
pudieran probarse responsabilidades de los altos mandos militares e incluso del
mismo monarca: al parecer el general Silvestre fue alentado por el propio
Alfonso XIII, amigo personal suyo, para a iniciar la ofensiva. El expediente no
llegó nunca a presentarse en las Cortes ya que, días antes de la fecha prevista
para su discusión en las Cortes, se producirá, con el beneplácito de rey, el
golpe de Estado de Primo de Rivera.
2.
El intento de solución autoritario: La dictadura
de Primo de Rivera (1923-1930)
El 13 de septiembre de 1923 el capitán general de Cataluña,
Miguel Primo de Rivera, declaró el estado de guerra. El rey Alfonso XIII le
encomendó la formación de un nuevo gobierno integrado exclusivamente por
militares, comenzaba la Dictadura. En sus siete años de vida se
sucedieron dos formas de gobierno: el Directorio Militar (1923-25) y el Directorio
Civil (1925-30). El Directorio Militar se presentaba como una etapa
provisional para resolver los graves problemas políticos pendientes; el
Directorio Civil intentó institucionalizar el régimen y prestó más interés a
cuestiones económicas y sociales.
2.1
La organización del Estado
Las primeras medidas fueron la suspensión del régimen constitucional,
disolución de las cámaras legislativas, cese de las autoridades civiles,
prohibición de las actividades de los partidos políticos y de los sindicatos,
militarización del orden público y fuerte represión del obrerismo radical. Para
proporcionar apoyo a la Dictadura se creó un nuevo partido, la Unión
Patriótica, de carácter plenamente gubernamental y sin programa ideológico
claro.
Marruecos tuvo la atención preferente de Primo de Rivera:
asumió personalmente el Alto Comisionado de Marruecos e inició una política de
colaboración con Francia que incluyó una acción militar coordinada. Fruto de
esa colaboración fue el desembarco de Alhucemas (1925), que supuso un gran
éxito. Abd-el-Krim se rindió.
Se puso en marcha un modelo de relaciones laborales que pretendía
limitar conflictos sociales mediante el arbitraje del Estado, la integración de
los sectores moderados del movimiento obrero y la represión de las
organizaciones radicales. A este fin se creó la Organización Corporativa
Nacional, sindicatos verticales con comités paritarios, formados por igual
número por patronos y obreros. Estos comités contaron con el apoyo y
participación de la UGT (su líder, largo Caballero, fue consejero de Estado),
mientras la CNT fue prohibida y perseguida.
Primo buscó aumentar el apoyo social del régimen con la
creación de una Asamblea Nacional Consultiva (1927), compuesta por funcionarios
de la Administración y representantes sociales escogidos desde el poder, y con
la realización de un plebiscito.
La Dictadura se benefició de la buena coyuntura económica
internacional de los años 20. El Estado tuvo un protagonismo económico notable:
fomentó las obras públicas (ferrocarriles, carreteras, planes hidroeléctricos,
etc.) y aprobó un Decreto de Protección de la Industria Nacional que
preveía la concesión de ayudas estatales a las empresas que no podían competir
con el exterior. También se concedieron grandes monopolios como el de
teléfonos a la Compañía Telefónica Nacional de España y el del petróleo a
CAMPSA.
2.2
La oposición a la Dictadura y la caída de
Alfonso XIII
Desde 1926 la oposición a la Dictadura fue creciendo. Los
republicanos lograron unir a sus distintas facciones en la Alianza
Republicana, que desarrolló una amplia campaña propagandística en el
exterior. Los intelectuales, con figuras como Unamuno, Ortega y Gasset,
Blasco Ibáñez y Menéndez Pidal, fueron muy críticos y se opusieron activamente
a la Dictadura. Las revueltas
estudiantiles eran casi continuas, encabezadas por la FUE (Federación
Universitaria Española). En la CNT, que siempre se mostró contraria al
régimen, seno surgió un ala radical, partidaria de la insurrección popular, la FAI
(Federación Anarquista Ibérica). En Cataluña las medidas políticas y
administrativas tomadas por Primo de Rivera: liquidación de la Mancomunitat,
prohibición del uso público de la lengua catalana y de la sardana, clausura del
campo del Barça, etc. provocaron el claro distanciamiento incluso de los
sectores que, como la Lliga Regionalista, habían acogido la Dictadura con
evidente simpatía. Ya en los últimos momentos de la Dictadura, hacia 1929, el
PSOE cambió su posición inicial de colaboración, y, rechazando los intentos
continuistas del régimen se pronunció a favor de la solución republicana. También
el apoyo que el golpe de Estado había tenido entre las clases conservadoras fue
debilitándose. Alfonso XIII, temeroso de que el desprestigio creciente de la
Dictadura afectase a la monarquía, optó por retirar la confianza al dictador, ,quien
dimitió en enero de 1930.
El general Berenguer fue el encargado de sustituirle
(la llamada "dictablanda"). Pero el retorno a la normalidad
constitucional era tan lento que la oposición comenzó a organizarse: republicanos,
catalanistas de izquierda y el PSOE acordaron la firma conjunta del Pacto de
San Sebastián (agosto 1930) por el que se comprometían a constituir un
comité revolucionario, germen del gobierno provisional de la futura República.
En diciembre de ese mismo año se produjo un intento de golpe de estado militar para
proclamar la República: en Jaca se sublevaron los capitanes Galán y García
Hernández que fueron fusilados.
En febrero de 1931 se constituyó el último gobierno de la
Monarquía que, presidido por el almirante Aznar, intentó volver a la normalidad
parlamentaria convocando elecciones municipales para el 12 de abril. Pero
Alfonso XIII se había comprometido excesivamente con la Dictadura y estas elecciones, las primeras en ocho años,
se presentaron como un plebiscito a favor o en contra de la Monarquía.
El día 14 fueron conociéndose los resultados. Aunque el
número de concejales monárquicos superaba ampliamente al de republicanos, en
las grandes ciudades los monárquicos sufrieron una importante derrota. En Valencia,
Sevilla, Oviedo, Zaragoza, Barcelona, etc. la población salió a la calle y proclamó
la República. Alfonso XIII decidió abandonar el país y partió al exilio.
3.
Documentos
Texto 1. Los procedimientos elegidos por
Martínez Anido no eran los legales, ni siquiera los empleados por la
jurisdicción militar, tales como la detención arbitraria y el juicio sumarísimo
ante consejo de guerra. No hacía mucho habían fundado los patronos un reducido
sindicato obrero al servicio de sus intereses, al que dieron el nombre de
Sindicato Libre [7], el cual abrigaba en su seno una crecida proporción de
pistoleros. El jefe de policía de Martínez Anido, general Arlegui, reorganizó y
armó a estos pistoleros y les entregó una lista de jefes sindicalistas a los
que había que liquidar lo antes posible. Durante las treinta y seis horas que
siguieron, veintiún dirigentes sindicalistas cayeron en la calle asesinados.
Otro de los métodos utilizados era la llamada «ley de fugas»: la policía
detenía a un determinado sindicalista y en el trayecto a la comisaría lo
asesinaba; en el parte del hecho se hacía constar «que había tratado de
escaparse». Y un tercer procedimiento consistía en detener a obreros y ponerlos
inmediatamente en libertad; una banda de pistoleros los estaba esperando en las
cercanías de la puerta de la cárcel y disparaba sobre ellos antes de que
pudieran llegar a los relativamente seguros barrios proletarios. Como los
atentados perpetrados por ambas partes (pues los sindicalistas tomaban severas
represalias) aumentaban --en dieciséis meses cayeron asesinadas en las calles
230 personas- se extendió por Barcelona y toda España una ola de histeria.
Cambó elogió la actuación de Martínez Anido. Pero los atentados continuaron, y
en mayo de 1921, como represalia a '_a acción terrorista del gobernador civil
de Barcelona, fue asesinado en Madrid el presidente del Consejo de ministros,
Dato. En el espacio de veinte años, Dato fue el tercer jefe de gobierno
asesinado en venganza de atrocidades policíacas.
Texto 2.
El asalariado, de hecho, reduce al hombre política y económicamente a la
esclavitud, porque no sólo coloca al obrero bajo la dependencia del
capitalista, sino que además implica un despojo, puesto que el capitalista
detenta natural mente, para enriquecerse, el producto del trabajo de todos en
beneficio exclusivamente suyo. Si así no fuera, ocurriría que a la par que
aumentase el capital de un industrial, se verían aumentar también y al mismo
tiempo los capitales de sus obreros, y lo que ocurre es precisamente lo
contrarío, pues que a la par que crecen las riquezas de la burguesía crece también
la miseria de los trabajadores.
[¼]
Por consecuencia obligada de las anteriores premisas, queremos los anarquistas,
de acuerdo con los principios elementales de la justicia, igualdad de
condiciones económicas para todos los hombres, lo que sólo puede alcanzarse
poniendo a disposición de las colectividades productoras la tierra y los
instrumentos del trabajo industrial, para que utilizándolos aquéllos
directamente atiendan a las necesidades propias y a las generales del cuerpo
social por los medios y procedimientos que juzguen más adecuados.
[¼]
Queremos que la vida social se organice de abajo a arriba, por contratos con
individuos e individuos, y contratos entre asociaciones de oficio y
asociaciones de oficio, como primer elemento constituyente del porvenir.
Queremos el contrato de momento, siempre revisable y reformable, que dure tanto
como dure su objetivo y la voluntad de las partes contratantes. No queremos, en
fin, que las formas orgánicas de la sociedad se petrifiquen viniendo a
constituir así una rémora al progreso, y por eso nuestro principio fundamental
de acción para todos los individuos y para todas las colectividades.
Que todo el mundo disponga de los medios necesarios para
trabajar y desenvolverse; [¼] que la más completa libertad
permita a todos obrar y producirse en las más diversas relaciones sin coacción
alguna externa; que todos puedan asi mismo concentrarse libremente, libremente
buscarse y pactar para hacer agradable la vida, y veréis surgir, como
coronamiento de este hermoso edificio la solidaridad universal de los humanos,
la fraternidad verdadera, el bienestar universal.
Una sociedad fundada en la igualdad de condiciones y la
libertad más completa, hará hermanos los hombres y la generosidad los
sentimientos para remediar todos los males y suplir todas las deficiencias. [¼]
Esto es, en suma, lo que queremos, la transformación que buscan gran número de
trabajadores, el ideal novísimo del proletariado anarquista. La Cuestión
Social, Valencia, 28 de mayo de 1892.
Texto 3. Según Carlos Dardé, en el proletariado
rural pueden distinguirse situaciones muy variadas. De mejor a peor podemos
señalar, en primer lugar, a los que trabajaban la tierra en régimen de
aparcería, una práctica muy poco extendida en el campo español. Mucho más común
era el arrendamiento, por un período de tiempo corto y con una renta alta, por
lo general... En Andalucía y Extremadura las ganancias conseguidas -mediante
trabajo a destajo de todos los miembros de la familia, de sol a sol (más de 16
horas al día)- no sumaban lo bastante para asegurar, ni siquiera, una
alimentación suficiente durante todo el año. En la industria o en las minas, el
trabajo era igualmente duro y largo, pero el salario era mayor que en las
tareas agrícolas. A comienzo de los años 70, la jornada en las fábricas o
talleres era con frecuencia de 14 horas; sólo en Cataluña parece que eran
normales jornadas de 12 horas. El tiempo de trabajo fue reduciéndose en las
siguientes décadas hasta llegar a las 10-11 horas. La situación de los trabajadores españoles en torno al año 1900
Texto 4.
El socialismo tenía más adeptos en
Castilla, País Vasco, Asturias y, en menor grado, Extremadura. La UGT en los
primeros años del siglo XX triplicó el número de sus afiliados. 1920 fue un año
difícil, pues tuvieron que decidir si se integraban o no en la III
Internacional comunista, con sede en Moscú. Tras fuertes discusiones, la
minoría partidaria de incorporarse en la Internacional se separó del PSOE y
creó un nuevo partido, el Partido Comunista de España (PCE).
El anarquismo renació entre 1907 y 1910. Comenzó en
Barcelona. Las regiones de Andalucía, Valencia, Aragón y Cataluña son las que
tuvieron mayor número de afiliados. En el anarquismo se definieron dos
posturas: 1) el anarcosindicalismo, defendido por Pestaña o Seguí, que propuso
la defensa de los intereses obreros a través de los sindicatos. 2) Los
libertarios o social revolucionarios que deseaban la destrucción del
capitalismo con todas las armas posibles.
Las huelgas y manifestaciones son efectivas en las ciudades,
pues sus efectos son inmediatos. La existencia de numerosos braceros
disponibles en el campo provocó la sustitución de unos trabajadores por otros
(esquiroles) cuando se efectuaba una huelga. Por ello, el campesino desde 1878
prefería la acción directa (quema de cortijos, asesinatos, destrucción o robo
de cosechas...). Movimientos obreros
entre 1900 y 1923:
Texto 5. «El Rey se hallaba ansioso de un éxito
espectacular que le permitiera verse libre de una vez del Parlamento. Los
lentos métodos de penetración política en el Rif le impacientaban, y decidiose
a dirigir él mismo, por encima del Ministerio de la Guerra, las operaciones.
Envió allí a Silvestre, un general de caballería, cuyo estilo brusco y
temerario Alfonso XIII admiraba. Silvestre debía marchar al frente de su
columna atravesando el Rif, desde Melilla, sobre Alhucemas: unos 64 kilómetros.
(...) Pero (...) la columna de Silvestre, que había avanzado sin ninguna
precaución, fue copada en Annual por las fuerzas rifeñas de Abd-el-Krim, mucho
más reducidas. Hubo diez mil muertos, cuatro mil prisioneros y cayeron en su
poder todos los fusiles, ametralladoras, artillería y aviones. Raro fue el que
consiguió escapar. El propio general Silvestre se suicidó. Una semana o dos más
tarde, la posición fortificada de Monte Arruit tuvo que rendirse. Su
guarnición, de unos siete mil hombres, fue exterminada y los oficiales,
cargados de cadenas, guardados para el rescate. La misma Melilla se vio a punto
de caer. (...) Pero ciertas informaciones no pudieron hacerse públicas: por
ejemplo la carta del Rey al (general) Silvestre (...) en la que le ordenaba:
«Haz como yo te digo y no hagas ningún caso del Ministro de la Guerra que es un
imbécil»». El desastre de Annual.
Historia de España. Ed. ECIR
Texto 6. Al país y al Ejército españoles:
Ha llegado para nosotros el momento más temido que esperado
(porque hubiéramos querido vivir siempre en la legalidad y que ella rigiera sin
interrupción la vida española), de recoger las ansias, de atender el clamoroso
requeri miento de cuantos, amando la Patria, no ven para ella otra salvación
que libertarla de los profesionales de la política, de los hombres que por una
u otra razón nos ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron
en el año 98 y amenazan a España con un próximo fi n trágico y deshonroso. La
tupida red de la política de concupiscencias ha cogido en sus mallas,
secuestrándola, hasta la voluntad real. [...] Este movimiento es de hombres: el
que no sienta la masculinidad completamente caracterizada, que espere en un
rincón, sin perturbar los días buenos que para la patria preparamos. Españoles:
¡Viva España y viva el Rey!
No tenemos que justificar nuestro acto, que el pueblo sano
demanda e impone. Asesinatos de prelados, ex gobernadores, agentes de la
autoridad, patronos, capataces y obreros; audaces e impunes atracos;
depreciación de moneda; francachela de millones de gastos reservados;
sospechosa política arancelaria por la tendencia, y más porque quien la maneja
hace alarde de descocada inmoralidad; rastreras intrigas políticas tomando como
pretexto la tragedia de Marruecos; incertidumbres ante este gravísimo problema
nacional; indisciplina social, que hace el trabajo ineficaz y nulo, precaria y
ruinosa la producción agrícola e industrial; impune propaganda comunista;
impiedad e incultura; justicia infl uida por la política; descarada propaganda
separatista, pasiones tendenciosas alrededor del problema de las
responsabilidades [...].
Ni somos imperialistas, ni creemos pendiente de un terco
empeño en Marruecos el honor del ejército, que con su conducta valerosa a
diario lo vindica. Para esto, y cuando aquel ejército haya cumplido las órdenes
recibidas [...] buscaremos al problema de Marruecos solución pronta, digna y sensata.
El país no quiere oír hablar más de responsabilidades, sino
saberlas exigidas pronta y justamente, y esto lo encargamos con limitación de
plazo a tribunales de autoridad moral y desapasionados de cuanto ha envenenado
hasta ahora la política o la ambición. La responsabilidad colectiva de los
partidos políticos la sancionamos con este apartamiento total a que los
condenamos aun reconociendo en justicia que algunos de sus hombres dedicaron al
noble afán de gobernar sus talentos y sus actividades, pero no supieron o no
quisieron nunca purificar y dar dignidad al medio en que han vivido [¼].
Miguel Primo de Rivera, Capitán General de la IV Región. Manifiesto de Primo de Ribera ( 13 de septiembre de1923).
Texto 7.
“Parece claro que lo que indujo al rey Alfonso a coquetear con una «solución»
extraparlamentaria fue la resurrección del parlamentarismo español más bien que
su degeneración. El debate público sobre las responsabilidades y la propaganda
antialfonsina de los socialistas [...] no podía dejar de convertirse en un
engorro insoportable para el monarca. La proyectada sesión de las Cortes del 2
de octubre de 1923 para ocuparse del informe de la Comisión de
responsabilidades, que suponía que iba a incriminar al mismo rey, constituía
para él una pesadilla [...] Y ésta fue presumiblemente la razón de que los
pronunciados se apoderaran precipitadamente de los archivos de la Comisión
Picasso a la mañana siguiente del golpe [...].
Pero la rebelión popular en favor de la deseada dictadura
real no se producía y Alfonso tuvo que cultivar los procedimientos
anticonstitucionales tradicionales [...] Un mes más tarde, el rey confesó
abiertamente a Antonio Maura que estaba dispuesto a dar personalmente un golpe.
No es extraño, pues, que los futuros gobiernos vieran en el rey un cómplice en
potencia de sus planes para derribar el sistema parlamentario. ¿Cómo podría
explicarse, si no, la extraña reunión entre el monarca y los futuros golpistas,
durante la cual los últimos informaron al primero de sus planes, diez días
antes de levantarse en armas? Ben-Ami,
Shlomo (1983): La Dictadura de Primo de Rivera, 1923-1930.
Texto 8.
“La historia política de la dictadura
puede contarse rápidamente. El «directorio militar” se convierte en «civil” a
fines de 1925, designa en 1927 una Asamblea consultiva y proyecta en 1929 una
Constitución: todo esto no cambia ni su esencia ni sus métodos. Pero ¿realizó
algún trabajo en orden a los grandes problemas nacionales por resolver? Sólo
resolvió la cuestión marroquí. Se mantuvo la alianza con Francia y, desde 1925,
el Rif no volvió a agitarse [¼]
Dos hombres, el conde de Guadalhorce y Calvo Sotelo,
anunciaron importantes proyectos económicos. Se les reprochó el aumento de la
deuda [¼]
Pero el Estado provee de fondos ya a grandes empresas públicas Por lo menos una
de ellas era de altos vuelos: las Confederaciones Sindicales Hidrográficas [¼]
Las intenciones más teóricas (nacionalismo económico,
economía dirigida) dieron aún menos resultado; no se observó el porcentaje de
capitales y técnicos nacionales impuesto a las empresas; se cedió el monopolio
de Teléfonos a los norteamericanos; las ventajas concedidas a los puertos
andaluces y la desconcentración geográfica de las industrias no originaron
ningún cambio en la estructura española, y disgustaron a catalanes y vascos [¼]
El programa social, a la moda italiana, había anunciado la
«supresión» de la lucha de clases. Se establecieron los Comités Paritarios
obligatorios, se entró en contacto con los reformistas Largo Caballero y Prieto,
y se reglamentó el trabajo nocturno de las mujeres. Pero los obreros no dejaron
de notar que los salarios no seguían la curva de una prosperidad patronal
ostentosa, y que la huelga había sido prohibida[¼].
El problema regional no fue tratado por grandes medios, sino
con cominerías. En Cataluña se destruyó la Mancomunidad de 1913 y su obra. La
alianza con las clases dirigentes catalana y vasca se perdió rápidamente. Pero
como su patriotismo regional ya se había vuelto sospechoso, los «nacionalismos»
fueron alimentados ahora por la oposición democrática. Vilar, Pierre: Historia de España (1978).
Texto 9. El hecho más afortunado de la
Dictadura fue la pacificación de Marruecos. Se habían enterrado en este país
sin resultado positivo millones de pesetas y millares de vidas españolas.
Abd-el-Krim era cada día más fuerte y las tropas españolas se encontraban
indisciplinadas y resultaban inseguras. Primo decidió cortar por lo sano, para
poner fin a estas pérdidas, y emprender un repliegue hacia la costa; para ello
asumió en persona tanto el mando militar como el civil. La retirada tuvo lugar
a fines de 1924, en medio de un gran desorden y a costa de 16000 bajas. Pero en
mayo, Abd-el-Krim cometió el fatal error de atacar la zona francesa, y en el
verano, Francia y España concertaron un plan de ofensiva común. En septiembre
mientras los franceses, avanzando desde Fez, atraían al grueso de las fuerzas
rifeñas, los españoles desembarcaron 8 000 hombres en la bahía de Alhucemas.
Fue un intento arriesgado, pues aunque el enemigo sólo les oponía una débil
fuerza las tropas españolas se hallaban desmoralizadas y contaban con una larga
tradición de fracasos en intentos de esta índole. Todo dependía de que el
viento allí dominante, de levante, soplase o no. Primo aseguró que no soplaría
y le ayudó su buena estrella. El desembarco se llevó a cabo satisfactoriamente.
Agadir, la capital de Abd-el-Krim, fue tomada a las pocas semanas y todo el Rif
ocupado y pacificado [¼].
Otro acierto del régimen de Primo de Rivera lo constituyó la
regulación de las relaciones del trabajo. A partir de la huelga general de 1917
los diversos gobiernos habían empezado a dedicar mayor atención a las
condiciones de trabajo. En 1918 se crearon tribunales industriales; en 1919 se
estableció la jornada de ocho horas, y en 1920 el Ministerio de Trabajo.',
Primo de Rivera amplió y reforzó toda esta legislación, estableciendo -con gran
contrariedad de terratenientes y patronos- comités paritarios, a cuyas
decisiones deberían ajustarse los jornales. La clase trabajadora resultó con
ello considerablemente beneficiada. Por su propia iniciativa llegó a aliarse
con los socialistas; llamó a Largo Caballero, secretario de la UGT, y le invitó
a colaborar con el régimen. E1 único partido político tolerado, fue el
socialista[¼].
Paralelamente a esta política social, llevose a cabo un plan
de obras públicas que casi terminó con el paro. Las carreteras construidas por
los gobiernos anteriores fueron alquitranadas y dejadas en condiciones de
servir para la circulación de automóviles.
Se trazaron otras nuevas, y al mismo tiempo se emprendieron planes de
centrales eléctricas y de riegos. Una red admirable de paradores, construida
por el Estado, incitaba al turismo en varias provincias. Se restauraron
monumentos antiguos. Se inauguraron las exposiciones de Barcelona y de Sevilla,
de un lujo desproporcionado con los recursos del país. Gastos tan excesivos
crearon una falsa sensación de prosperidad, elevando la deuda pública de 15 000
a 20 000 millones de pesetas y motivando la crisis económica de 1929, en la
cual la cotización de la peseta cayó de 33 a 47 con relación a la libra
esterlina. No había descendido a tan bajo nivel desde hacía medio siglo. Brenan, Gerald: El laberinto español.
Texto 10. “Artículo primero. Serán juzgados por los
tribunales militares, a partir de la fecha de este decreto, los delitos contra
la seguridad y unidad de la patria, cuando tiendan a disgregarla, restarle
fortaleza, y rebajar su concepto, ya sea por la palabra, por escrito, por la
imprenta o por otro medio mecánico o gráfico de publicidad y difusión, o por
cualquier otro acto o manifestación.
No se podrá izar u ostentar otra bandera que la nacional, en
buques o edificios sean del Estado, provincia o municipio, ni en lugar alguno,
sin más excepción que las embajadas, consulados, hospitales y escuelas, y otros
centros pertenecientes a naciones extranjeras.
Artículo segundo. Las infracciones que contra lo dispuesto
en este decreto ley se cometan se castigarán del modo siguiente:
Ostentación de banderas que no sean la nacional: seis meses
de arresto y multa de 500 a 5.000 pesetas para el portador de ella o para el
dueño de la finca, barco, etc.
Expresar o escribir en idiomas o dialectos; las canciones,
bailes, costumbres y trajes regionales no son objeto de prohibición alguna:
pero en los actos oficiales de carácter nacional o internacional no podrá
usarse por las personas investidas de autoridad otro idioma que el castellano,
que es el oficial del Estado Español, sin que esta prohibición alcance a la
vida interna de las corporaciones de carácter local o regional, obligadas no
obstante a llevar en castellano los libros oficiales de registros y actas, aun
en los casos en que los avisos o comunicaciones no dirigidas a las autoridades se
hallen redactadas en lengua regional. Real
Decreto sobre el separatismo. Dado en Madrid, a 18 de septiembre de 1923. El
presidente del Directorio Militar, Miguel Primo de Rivera.
Texto 11. Una noche, bajando por la calle de Alcalá,
un amigo me llamó la atención sobre un hombre envuelto en una capa que cruzaba
la calle. Se apoyaba en un bastón, pero aún mantenía un cierto aire juvenil.
Era Primo de Rivera. Siempre he sentido no haberlo podido entrevistar antes de
su caída, pero estábamos viviendo los últimos días de su gobierno y el dictador
ya no concedía entrevistas. De todas maneras, era aleccionador ver a aquel
dictador paseándose por las calles de Madrid sin escolta. Me imagino que le
seguiría algún policía de paisano, pero lo que yo recuerdo es la solitaria y
algo melancólica figura de un madrileño bajando lentamente por la calle de
Alcalá.
Que el dictador estaba acabado lo sabía todo el mundo menos
el propio dictador. Poco antes de mi llegada a España, el rey había organizado
una montería con el objeto de persuadir a Primo de Rivera para que abandonara
el poder y así formar un nuevo gobierno en torno al duque de Alba. Pero Primo
de Rivera se negaba a presentar la dimisión. No podía entender cómo el rey, que
tanto le había apoyado, le retiraba ahora su confianza. Más que un dictador,
Primo de Rivera me parecía entonces un dadivoso Papá Noel. Había embarcado a
España en una política de grandes inversiones públicas que ahora no encontraba
forma de pagar. Con la ayuda de Estados Unidos estaba intentando convertir a
España en un país moderno, construyendo carreteras, líneas de ferrocarril,
grandes embalses para la producción de energía eléctrica... Cuando los créditos
internacionales comenzaron a flaquear, decidió nacionalizar las grandes
compañías de petróleo.
El éxito del gobierno de Primo de Rivera había radicado
justamente en la ductilidad de sus finanzas, libres de toda traba
parlamentaria, y en la disponibilidad del dinero público. Y ahora que los
créditos empezaban a flaquear, en los principios de la crisis económica
mundial, era inevitable que sus enemigos (incluidos los magnates del petróleo)
se le echaran encima. La clase política no le perdonaba que hubiese gastado
billones de pesetas sin contar con ella, y la pequeña burguesía, que había conseguido
una relativa prosperidad bajo su gobierno, buscaba ahora el acceso al poder
político [¼].
Volví a ver a Primo de Rivera en la estación del Norte de
Madrid, en una fría mañana de marzo, cuando regresaba, ya cadáver, de su corto
exilio en París, dos meses después de su caída. La sala de espera de la
estación se había llenado de flores, y en el centro, rodeado de velas, yacía el
viejo general en un catafalco envuelto en la bandera nacional. Arrodillado ante
su cuerpo estaba el rey Alfonso XIII con su uniforme de gala, azul y escarlata.
Desde la posición en que me encontraba podía ver su rostro. No había ni rastro
de emoción en aquella cara, mejor dicho, en aquella máscara, la máscara de un
hombre educado para ocultar sus propios sentimientos... Era la máscara de un
hombre que pasaba por ser hábil en los asuntos de gobierno, listo y simpático
en sus relaciones personales. Cuando el rey y sus ayudantes se marcharon al fin
de aquella improvisada capilla, todos pudimos respirar con más desahogo.Buckley, H.: Vida y muerte de la República
española (1939).
Texto 12. “En el verano de 1930 era un hecho cierto,
ciertísimo, reconocido incluso por las autoridades del régimen, que la
Monarquía se desmoronaba a ojos vistas y pronto se vería obligada a desaparecer.
Lo que más importaba era encauzar su sustitución.
Quiénes actuábamos en la vida política con la mirada puesta
en el porvenir de España y palpábamos las reacciones, no siempre pacíficas y
caritativas, que la visión del próximo porvenir suscitaba en ciertas masas
populares, vivíamos bajo la obsesión de llegar cuanto antes a encuadrar las
fuerzas políticas y sindicales dentro de un programa previamente madurado, y,
además designa a los hombres que habrían de asumir, llegado que fuese el
momento, la función de gobernar. [¼] Éste fue el objetivo principal
de la reunión de San Sebastián [¼].
Asistieron a la reunión, empezada a las 3 de la tarde del 17
de agosto, las siguientes personas: Alejandro Lerroux por Alianza Republicana;
Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz y Ángel Galarza por el Partido Radical
Socialista; Manuel Azaña, por la Izquierda Republicana; Santiago Casares, por
la Federación Republicana Gallega; Carrasco Formiguera, por Acció Catalana;
Matías Mallol, por Acció Republicana de Cataluña, Jaime Ayguade por Estat
Català; Alcalá Zamora y yo por la Derecha Liberal Republicana; Indalecio Prieto
y Fernando de los Ríos, por su propia cuenta, ya que el partido socialista al
que pertenecían, no había querido dar su conformidad [¼] en concepto de invitados
Felipe Sánchez Román y Eduardo Ortega y Gasset [...] Presidía la reunión, que
se celebró en el Círculo Republicano de San Sebastián, el señor Sasiaín, su
presidente. Maura, Miguel (1981): Así
cayó Alfonso XIII, Barcelona, Ariel, p.70-71.
Texto 13. “Como delegado del Comité Revolucionario Nacional, a todos los
habitantes de esta ciudad y de sus demarcaciones hago saber: Articulo 1º: Aquel
que se oponga de palabra o por escrito que coopere o haga armas contra la
República naciente, será fusilado sin formación de causa. Dado en Jaca, a 12 de
diciembre de 1930”. Capitán Fermín Galán,
Jaca 12 de diciembre de 1930.
Texto 14.
“Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo el
amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo,
porque procuraré siempre servir a España, puesto al único afán en el interés
público hasta en las más críticas coyunturas. Un Rey puede equivocarse y sin
duda erré yo alguna vez, pero sé bien que nuestra Patria se mostró siempre
generosa ante las culpas sin malicia. Soy el Rey de todos los españoles y
también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias
prerrogativas en eficaz forcejeo contra los que las combaten; pero
resueltamente quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra
otro, en fratricida guerra civil.
No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos
son depósitos acumulados por la Historia de cuya custodia me han de pedir un
día cuenta rigurosa. Espero conocer la auténtica expresión de la conciencia
colectiva. Mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del
Poder Real reconociéndola como única señora de sus destinos.
También quiero cumplir ahora el deber que me dicta el amor a
la Patria. Pido a Dios que también como yo lo sientan y lo cumplan todos los
españoles. Alfonso. Rey. Manifesto de Alfonso de Borbón el 17 d’abril de
1931.
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