PLATÓN, L. VII
de ‘La República’
CUESTIONES:
1ª. Sintetiza
las ideas del texto mostrando en tu resumen la estructura argumentativa o
expositiva desarrollada por el autor.
El texto que se presenta corresponde al libro VII
de ‘La República’. Tras la exposición del Mito de la Caverna, Sócrates (en
realidad, Platón) expone a Glaucón las conclusiones de lo que llama la
“alegoría” (el Mito). Sócrates propone aplicar la distinción entre el mundo
sensible y el inteligible. Así, dice, debemos comparar “la región que se
manifiesta por medio de la vista” con el mundo sensible, representado en el
mito por el interior de la caverna. (la “morada-prisión”). Por otro lado,
debemos comparar el “ascenso y contemplación de las cosas de arriba” como el
proceso educativo que lleva al alma hacia la región o “àmbito inteligible”. De
entrada, el texto propone, pues, la consideración del dualismo ontológico
platónico.
Sócrates se centra ahora en lo que el alma es
capaz de percibir en la región inteligible. Lo que se percibe (y “con
dificultad” lo que indica lo árduo y duro del proceso educativo) es la Idea de
Bien, idea suprema, idea de ideas, por la cual el resto de las ideas son lo que
son.
Sócrates señala que la visión o “percepción” de
la Idea de Bien obliga a concluir que ella es la causa de la verdad (“las cosas
rectas y bellas”), tanto en el ámbito visible o sensible como en el
inteligible. En el primero, es causa de la luz. En el segundo es causa del
conocimiento verdadero. Así pues, el texto contiene la esencia del Símil del
Sol platónico.
Por último, el texto hace una clara e interesante
referencia al intelectualismo moral que Platón heredó de su maestro
Sócrates, al señalar que esa idea (la de Bien) es la que hay que tener presente
para obrar con sabiduría tanto en el ámbito privado (la moral) cuanto en el
público (la politica). Quien conozca la idea de Bien no podrá obrar
injustamente.
2ª.
Define la expresión “causa de todas las cosas rectas y bellas”,
partiendo de la información que ofrece el texto y complétala con los
conocimientos que tengas de la filosofía del autor.
La expresión “causa de
todas las cosas rectas y bellas” hace referencia, o mejor, define, lo que para Platón es la cima
del conocimiento filosófico: la Idea de
Bien. En el proceso educativo (dialéctica)
que Sócrates narra a Glaucón en el Mito de la Caverna (narración que precede
inmediatamente al texto propuesto), el conocimiento de la Idea de Bien queda
determinado como el de mayor rango epistemológico al que es posible acceder,
tras un largo y penoso camino (la educación en sí: “lo que se ve al final y con dificultad”) que debe convertir a los
ignorantes (habitantes de la “morada-prisión”) en personas aptas para el
gobierno de la Polis y para la educación de los futuros gobernantes (los Filósofos).
El conocimiento de la idea de Bien es patrimonio exclusivo de estas almas educadas. Pues su “visión” o
percepción no sólo es un proceso que dura decenas de años, sino que es la
condición para comprender la propia realidad de las ideas y del conocimiento.
Sólo quien conoce la idea de Bien puede concluir que el resto de ideas son lo
que son por causa suya. Se propone así una interpretación de las ideas que en
la teoría platónica recibe el nombre de Símil
del Sol. La Idea de Bien cumple una función
doble: es productora del ser (ontologica) y del conocimiento
(epistemológica). Veámoslo:
1.
Las
ideas son las entidades que habitan en el mundo o “región” inteligible. Su
esencia eterna, inmutable y universal se debe, según Platón, precisamente a que
participan de la Idea de Bien. La Idea de Bien (que en
otros diálogos Platón identifica con la Belleza, o incluso con la Justicia),
pues, es la causa de lo que hay de
“recto y bello” en el resto de las ideas. Esta es la dimensión ontológica del Símil del Sol.
2.
Pero,
a la vez, la Idea de Bien es también la causa de que el conocimiento del mundo
inteligible que experimenta el filósofo sea verdadero o científico, a diferencia de la simple opinión o doxa, propia del àmbito sensible. El
conocimiento de la Idea de Bien permite al filósofo deducir que ella es la
causa de la verdad en el àmbito inteligible (en el texto: “señora y productora de la verdad y el conocimiento”). Se pone de
manifiesto aquí la dimensión
epistemológica del Símil del Sol.
Por último, cabe señalar que el auténtico conocimiento de
las ideas, y, por encima de ellas, de la Idea de Bien, es la condición de que
el filósofo gobierne con justicia, tanto en su vida privada como en la Polis. El intelectualismo moral socrático (conocer el bien es obrar bien) está presente aquí, como
hemos señalado en la pregunta anterior.
3ª. Redacción: Matemáticas y Dialéctica en la
Educación del Filósofo.
El proceso
educativo que conduce a la formación de los filósofos-gobernantes es el tema central de ‘La República’, el
diálogo en el que se basa nuestro estudio de Platón. En el Libro VII, Sócrates expone a Glaucón cuál ha de ser la
formación más adecuada para aquellos que están llamados a gobernar la Polis, y
pasa revista a las disciplinas que han de constituir la educación del Filósofo.
Descartados los oficios y las artes (saberes “sensibles”
asociados a la clase de los productores), y tras detallar las etapas de estudio
de la gimnástica, la música y la astronomía, Platón señala que la educación del
filósofo comienza realmente a partir del momento en que el alma abandona el ámbito
de lo sensible y se eleva hacia la
“región” inteligible, esto es, cuando el alumno es capaz de prescindir de la orientación práctica de los
conocimientos y atender sólo a la orientación
teórica, en la cual los conceptos e ideas son aprehendidos en sí, y no por relación a su utilidad
empírica (ejemplo: podemos estudiar astronomía para orientarnos en la
navegación: uso práctico o empírico. Pero podemos estudiar astronomía para
entender las relaciones matemáticas entre los círculos que describen los movimientos
de los planetas: uso teórico o abstracto. Éste es el que conviene al futuro
filósofo). He aquí, pues, los dos modos en que pueden cultivarse disciplinas
tales como la música, la astronomía o, sobre todo, la matemática; de ellos,
sólo uno, el teórico, que comprende los objetos por su propio fundamento o esencia, es adecuado para la educación
del filósofo.
Los saberes superiores, que constituyen el ámbito del conocimiento científico o episteme, son dos: la Matemática y la Dialéctica o Filosofía
(uno de los sentidos del término ‘Dialéctica’ es, precisamente éste: sinónimo
de Filosofía o saber supremo sobre las Ideas, Formas o Esencias). El
conocimiento matemático es previo al filosófico y, además, condición sine qua non para alcanzar el
conocimiento de las ideas. Diremos por ello que la matemática en Platón es una ciencia propedéutica de la Filosofía.
La matemática, cultivada adecuadamente, prepara
o entrena al alma para comprender
las ideas abstractas en sí mismas. El conocimiento matemático nos pone en contacto
con principios y conceptos que guardan relaciones que no dependen de la
experiencia (las propiedades de un triángulo son válidas universalmente, y no
dependen de ningún triángulo concreto), por lo que constituye la preparación
idonea para la Dialéctica, que exige, como veremos, prescindir absolutamente de
cualquier contaminación empírica de sus conceptos.
La cuestión es si la matemática, por si sola, será o no
suficiente para dirigir al alma hacia la contemplación de las Ideas en sí (pues
ésta, y no otra, es la finalidad del proceso educativo). Examinémolo.
La matemática se ocupa de objetos en gran medida similares a
las Ideas: objetos del pensamiento, abstractos e inmateriales (puntos, líneas,
figuras, etc). Esta “pureza” les acerca al mundo de las Ideas, al poder
considerar sus relaciones sin vinculación alguna con el mundo de la
experiencia. Sin embargo, los objetos del conocimiento matemático se
diferencian de las Ideas en dos importantes sentidos:
a) En cuanto objetos (ontología), son de menor
rango ontológico que ellas, pues en sí mismos no son Ideas, sino sólo
objetos que participan de las Ideas, eso
sí, de un modo más perfecto que los objetos sensibles. Un círculo, aunque
abstracto e inmaterial, no es una Idea, sino que participa de la Idea de
Circularidad. Un matemático puede considerar la intersección de dos círculos,
pero sería absurdo decir que “la Idea de Circularidad corta a la Idea de
Circularidad”. Por tanto, los objetos matemáticos pueden ser múltiples, en
tanto que las ideas filosóficas son únicas. Además, Platón considera que las
ideas filosóficas, como la justicia, la belleza, etc., son más importantes,
ontológicamente hablando, que la idea de punto o de triángulo.
b) En cuanto modo de conocimiento (epistemología), la matemática aún debe
apoyarse en lo sensible. El matemático “representa” figuras, las dibuja, las
compara, las analiza… Y este proceder aleja a la matemática del verdadero
conocimiento. En efecto, para Platón las matemáticas, aunque muy cerca, no constituyen todavía conocimiento
auténtico. Se trataría en realidad de un saber que parte de lo sensible para
dirigirse hacia lo inteligible, una especie de saber a medio camino entre los
dos “mundos” o “regiones”.
Si las matemáticas no proporcionan el método absolutamente
adecuado a la formación del filósofo, ¿qué ciencia lo hará? Platón propone
entonces su propia respuesta: la Dialéctica.
Debemos indicar ahora que el término ‘Dialéctica’ significa también para
Platón, en el contexto de la educación del filósofo, método de conocimiento. Es éste el sentido que nos interesa ahora,
puesto que debemos compararlo con el método matemático.
La dialéctica platónica tiene sus raíces, como no, en el método dialógico de su maestro
Sócrates. Sócrates basaba la educación en un método de preguntas y respuestas,
cuyas fases eran la ironía (fase
“crítica”: descubrir por medio de preguntas que el alumno o discípulo no sabe
lo que cree saber) y la mayéutica
(fase “constructiva”: llevar al discípulo a través de nuevas preguntas, hacia
el concepto deseado). Los diálogos platónicos asumen frecuentementemente este
método expositivo, sobre todo los de juventud, pero el sentido de la dialéctica
platónica va más lejos que el de su maestro, pues explica no sólo cómo tiene
lugar la educación, sino también qué naturaleza tiene el conocimiento alcanzado
por medio de la dialéctica.
La dialéctica, entendida como método de conocimiento, es la
manera en que el filósofo accede al conocimiento de las Ideas en sí.
Camino de ascenso que, dice Platón, “echando abajo las hipótesis” permite
contemplar con lso ojos del alma la realidad inmutable, el mundo de arriba, en
suma, las esencias intemporales y universales que son las Ideas. Una vez en él,
en este mundo ajeno “a lo que nace y muere”, la inteligencia (facultad asociada al conocimiento verdadero, se
moverá por sí sola, razonará de Idea
en Idea, sin ningún apoyo en lo sensible y lo empírico.
La clave para entender el vínculo entre conocimiento matemático y el dialéctico es clarificar qué significa
“echar abajo las hipótesis”. Platón sugiere que la distinción esencial entre el
método matemático y el dialéctico se encuentra en el modo en que cada uno
utiliza las hipótesis que se pretende probar. En tanto la matemática parte de definiciones y axiomas no demostrados, que deben ser aceptados (tácita o
convencionalmente), y que se arrastran a lo largo de las demostraciones, la dialéctica confronta unas hipótesis con
otras, eliminando paulatinamente aquéllas que contienen elementos empíricos o
que arrastran a la mente a contradicciones y, en este sentido,
“catapultando”, a modo de trampolín, el alma hacia otras hipótesis de rango
superior, más depuradas, que, a su vez habrán de contrastarse con otras; y así
sucesivamente, hasta llegar a una definición esencial, expresión de la Idea en sí. En este momento se ha
alcanzado el propósito de la educación: el prisionero ha salido al exterior y
ha visto la realidad con sus propios ojos.
En conclusión, la superioridad de la dialéctica sobre el
conocimiento matemático radica tanto en la naturaleza de los objetos
respectivos (diferencias entre objetos matemáticos e ideas, ya explicadas)
cuanto en la forma en que el alma llega a ellos (métodos matemático y
dialéctico, respectivamente). Digamos, por último, que si el conocimiento matemático es transitivo (en la medida en que el pensamiento o dianoia, facultad asociada a éste) se mueve en él de un
razonamiento a otro (demostraciones), en virtud de ciertas leyes axiomáticas
verdaderas por definición, el saber
dialéctico (al que se asocia la facultad de la inteligencia, o noesis)
es, además, reflexivo, en el sentido
de que es consciente del proceso a través del cual ha sido alcanzado. La
comprensión final de la idea de Bien supone la comprensión de lo que hace
perfectas a las demás ideas.
e-IKASIA
e-IKASIA
La 4ª pregunta tambn la podrías haber puesto.
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ResponderEliminarDe que año y comunidad es este examen
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