Al entrar
en la enseñanza Secundaria hay una cierta relajación en la atención que los
padres prestan a sus adolescentes. Nada más equivocado pues necesitan la misma
cantidad de atención y cariño que cuando era más pequeño, o incluso algo más.
El
desarrollo mental y emocional del adolescente puede resultar muy agradable y
beneficioso para toda la familia: Nuevas formas de enfocar problemas, conocer
por dónde van
los intereses de la juventud, distintas opiniones sobre temas sociales, etc.
Cada
familia tiene sus formas de pensar y sus prioridades, no obstante las
investigaciones han demostrado algunas cualidades comunes en los padres
eficaces:
Demuestran
amor. Los
adolescentes necesitan poder contar con sus padres, que se comuniquen con
ellos, que les dediquen tiempo y que demuestren que se preocupan por su
bienestar. Los padres pueden querer a sus hijos al tiempo que rechazar lo que
hacen, y los chicos deben estar seguros de que esto es cierto.
Apoyan. A pesar de considerar poco
importantes algunos problemas del adolescente,
este necesita el apoyo de sus padres. Necesitan elogio y reconocimiento cuando
se esfuerzan y aliento para desarrollar sus intereses.
Ponen
normas. Fijar
límites en el comportamiento hace sentirse emocionalmente seguros a niños y
adolescentes. Poner normas y supervisar que se cumplen de forma consistente y
adecuada a la edad y la etapa de desarrollo facilita un desarrollo equilibrado
y un mayor ajuste psicológico en la edad adulta. Huir de extremos autoritarios
o indulgentes fijando límites y normas claros, razonables y bien explicados es
la mejor estrategia posible.
Dan
ejemplo. Mientras
exploran distintas posibilidades de quien quieren ser los adolescentes buscarán
ejemplos en sus padres, familiares, amigos, personalidades u otras personas,
pero sobre todo en sus padres.
Enseñan
responsabilidad. El
sentido de la responsabilidad se adquiere con el tiempo. Según crecen aprenden
a responsabilizarse de: sus tareas escolares, ordenar su habitación, colaborar
en faenas domésticas, participar en actividades sociales, y aceptar las
consecuencias de sus buenas o malas decisiones.
Facilitan
experiencias. Según
los recursos de cada familia conviene facilitarle que conozca nuevas cosas. La
curiosidad le hará probar nuevos deportes, o nuevos intereses académicos,
experimentar expresiones artísticas, o probar en actividades sociales
o religiosas diversas. No le desalienten ni pierdan ustedes la paciencia, la exploración
es parte fundamental de la adolescencia.
Respetan. Es falso que todos los
adolescentes sean rebeldes y difíciles, pero es cierto que necesitan ser
tratados con respeto, que se reconozca y aprecien sus diferencias y se les
trate como personas.
No
existen los padres perfectos. Una mala contestación o decisión dada un “mal
día” no tiene por que afectar a su hijo de por vida. Lo importante es lo que
usted haga de forma habitual, el día a día.
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