Los
adolescentes piden libertad. Sin embargo los padres deben sopesar entre el
fomento de la confianza en si mismos para valerse autónomamente, y el conocimiento
de que en el mundo hay peligros y amenazas para la salud y seguridad de sus
hijos. Algunos padres dan demasiada libertad antes de tiempo, mientras que otros
niegan cualquier oportunidad de madurar, aprender a decidir y aceptar las consecuencias.
Las
investigaciones indican que los adolescentes se desarrollan mejor cuando mantienen
fuertes vínculos familiares al tiempo que se les permite tener opiniones propias
e incluso estar en desacuerdo con sus padres. Algunos consejos útiles para manejar
el asunto de la libertad y la autonomía son los siguientes:
Fije
límites. Los
adolescentes se resisten a los límites impuestos, pero los necesitan e incluso
los desean. En un mundo cada vez más complicado los límites dan seguridad y
sentimientos de estar atendidos. Es más fácil empezar a poner límites durante
la infancia, pero no es imposible empezar cuando son adolescentes.
- Hable
claro. La mayoría de adolescentes responden mejor a instrucciones concretas:
“En casa antes de las 9’30h” es mucho más fácil de entender y cumplir que
“vuelve temprano”.
-
Opciones razonables. Cuando se da más de una opción se facilita que acepten la
norma. “Antes de irse a la cama hay que acabar los deberes, antes o después de
cenar, ¿qué prefieres?”.
Libertad
por etapas. Según
maduran y se hacen más responsables hay que concederles mayores privilegios.
Corrigiendo los errores, aprendiendo de las consecuencias, dándoles un cierto
margen a la equivocación, y transmitiéndoles claramente nuestras opiniones
facilitamos el camino hacia la independencia que supone llegar a la edad
adulta. Sin prisa pero sin pausa.
Salud
y seguridad primero.
Los adolescentes suelen sentir que son invulnerables, que son especiales y que
lo que les ha ocurrido a otros no puede ocurrirles a ellos. Es necesario
transmitirles que el amor que se les tiene exige prohibir ciertas actividades o
comportamientos que ponen en serio peligro su salud, su seguridad o su
bienestar futuro. La adolescencia es un periodo en que las enfermedades graves
son poco habituales y las patologías mortales muy raras. A pesar de su estado
de salud la violencia y los accidentes son causa de muerte y lesiones
habituales en adolescentes. Otros comportamientos como el abandono escolar, el
consumo de drogas, o las prácticas sexuales de riesgo pueden comprometer su
bienestar futuro.
Rechace
limitaciones para el futuro. Aunque quizás no nos guste su forma de vestir a los catorce años, la
moda no suele ser algo que limite su futuro. Aunque se preocupen por el futuro
la falta de experiencia les puede impedir comprender en profundidad que algunas
decisiones de hoy puede afectarles seriamente a medio o largo plazo. Hágale
saber que usted es “el guardián de las opciones” y que decidirá usted hasta que
sea suficientemente maduro y responsable sobre cuestiones de profundidad.
Recuerde que no merece la pena luchar por todo y que a los catorce años quiera
teñirse el pelo de un color llamativo no tiene casi ninguna importancia frente
a la pretensión de abandonar los estudios, por poner un ejemplo.
Guiar
sin controlar. Los
adolescentes necesitan explorar en su camino hacia la construcción de su
identidad, con lo cual cometerán errores y deberán aprender a aceptar los
resultados. Ello no significa que los padres deban renunciar a guiarlos para
evitar
que comentan demasiadas equivocaciones o errores irreparables. Una buena forma
de guiar consiste en preguntar sobre posibles consecuencias de sus acciones y
escuchar
atentamente: “¿Qué podría ocurrir si...?”. Cada adolescente necesitará ser guiado
de forma individual pues incluso entre hermanos adolescentes pueden entender
cosas distintas ante la misma norma: “A las doce en casa” significa para uno
que antes
de las 12’00h hay que estar físicamente de la puerta para adentro, mientras
que su
hermano puede entender que llamando a las 11’55 para decir que llegará después
de comer la pizza que han pedido y tras acompañar a dos amigas a su casa,
habrá
cumplido.
Permita
ciertos errores.
Para aprender a resolver problemas y tomar decisiones es necesario equivocarse
alguna vez. Permita que cometan algún error siempre y cuando la salud y la
seguridad no peligren, pues equivocarse enseña algo tan importante como es
recuperarse tras un mal paso. Es difícil que un chico o chica aprenda a
recuperarse y continuar si sus padres le resuelven todas las dificultades de la
vida.
Las
acciones tienen consecuencias. Si la norma es llegar antes de las 10h no debe ignorarse
que llegó dos horas tarde. Usted perdería credibilidad si no le hace afrontar
las consecuencias de tal retraso. No olvide que el castigo ha de ser proporcionado
a la ofensa, y que el resto de la familia y usted mismo no tienen por qué sufrir
las consecuencias del incumplimiento de uno de sus hijos.
A pesar
de todo lo que se diga, la mayoría de adolescentes confían en sus padres más
que en ninguna otra persona. Como padre o madre busque más allá de lo superficial
que los comportamientos puedan sugerir y descubrir a la persona que su hijo o
hija adolescente está a punto de llegar a ser. Es necesario que hable con su adolescente
y le transmita que los riesgos para la salud, la seguridad y el bienestar no ocurren
por casualidad sino porque se ha decidido ir en esa dirección. Las investigaciones
revelan que la inmensa mayoría de los que practican un comportamiento de riesgo
practican alguno más. Los padres deber ser directos y claros al hablar a sus hijos
de las graves consecuencias de algunos comportamientos
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